NIÑOS

Hay una vieja frase que dice que el único paraíso perdido es el de la infancia. Aunque hubo un escritor (Benedetti) que agregó: “pero a veces, es un infierno de mierda”. Los niños en la literatura revelan, si se quiere, estas dos grandes y generales posiciones.
No hablo aquí de la literatura infantil tradicional tipo Caperucita, Hansel y Gretel; ni tampoco de la literatura infantil actual poblada de niños y niñas como es el caso, por ejemplo, de “Un cuento de amor en mayo” de Silvia Schujer, en el que se destacan sus dos queribles protagonistas: la patricia Clara Inés y el mulato Chicombú.
No, quiero referirme a algunos niños y niñas presentes en la literatura destinada a los adultos, aunque sé los reparos que pondrás a esta categoría literaria.No ando con ánimo polémico, lector/a, así que concédeme la simplificación.
Si hay que comenzar por algunos clásicos es imposible eludir al pícaro por antonomasia, el Lazarillo de Tormes, mozo de ciego, conocedor desde pequeño de cómo hay que procurarse el sustento gracias a su ingenio en un mundo hostil para los niños. También puede venir a tu memoria el infaltable Tom Sawyer. Pocos en su adolescencia no frecuentaron la novela de Mark Twain, por ella nos enteramos de la enormidad del río Mississippi y de los barcos de vapor, de la tía Polly y de su disciplina, de las siestas llenas de aventuras junto a Becky y Huck. Este último también nos lleva por aquel sur esclavista en “Las aventuras de Huckleberry Finn”. Conocemos parte de la geografía del río y las ciudades y pueblos que se levantan en sus orillas. Más descarnado y rebelde que su amigo Tom, Huck sobrevive gracias a su astucia de los innumerables peligros que se expone para salvar a su amigo negro Jim.
Louissa M.Alcott escribió otro clásico: “Mujercitas”, la historia de cuatro niñas durante la guerra civil estadounidense que todavía guardan hoy el encanto de las cosas viejas pero creo que todavía vigentes.
Oscar Matzerath es el protagonista de “El tambor de hojalata”, la novela de Günter Grass. A los tres años Oscar decide dejar de crecer y acompañado por su tambor repasa cerca de tres décadas de la vida alemana antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Novela por momentos muy dura con la condición humana, con una fuerte carga simbólica, y cuyo signo positivo lo da la música que se levanta pese a todo sobre la guerra y la maldad de los hombres.
 El tema de la infancia y los niños es el eje central que recorre la cuentística de Daniel Moyano, autor de “La espera”, un cuento cuyo protagonista, un niño, espera inútilmente al padre que prometió venir y no vino. “El perro y el tiempo” es un cuento extraordinario, el pequeño Gregorio logra tener una única propiedad, su perro “Flecha”, pese a las protestas de su tío, ya que no tienen cómo alimentarlo. Gregorio le da parte de su ración, aunque no puede evitar que se lleven el perro. El mundo de la infancia, con sus ilusiones y sobre todo las desilusiones, en medio de la pobreza, la orfandad y la crueldad de los mayores, sobrevuela muchos de los textos de este escritor riojano muerto en el exilio.
“Las Garras del niño inútil”, es una novela publicada hace poco por el argentino Luis Mey. El protagonista y narrador es Maxi, un niño de ocho años que relata su vida familiar junto a un padre alcohólico y golpeador que humilla a su madre y a sus hermanos.
Para Maxi su infancia está lejos de ser un paraíso y se parece más al infierno del que hablaba Benedetti.

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