Ganancias y pérdidas


               Pasan nubes grises en este anochecer patagónico, nubes que traen la ilusión de la lluvia frente a la realidad consuetudinaria del viento. Y uno, sentado en el jardín, mira y hace inevitablemente, como vos, un racconto de lo que sucedió este año. Aunque vos sabés que esto de los años es mera estadística, que por más tarjetas, brindis y fuegos artificiales nada se deshace y se renueva a partir del primero de enero, salvo la esperanza.
               Te decía que en estas fechas se nos da por el uso de la jerga económica y hablamos de balances, de ganancias y pérdidas, del debe y del haber, sabemos desde ya que la vida no se reduce a esto pero ahí estamos... haciendo balance.
                Esta actitud crítica con los meses que pasaron aumenta con los años, y tiene características particulares de acuerdo con nuestra edad. Es que a medida que nos hacemos más grandes reparamos más en las pérdidas, o tal vez, nos duelan más, y menos en las ganancias. Esto, quizás, sea simplemente porque aquello que perdemos ha convivido largo tiempo con nosotros, ha formado parte nuestra, y la novedad y las ganancias a esta altura pueden ser menores.
               Es posible que este año que se va se lleve entre tus pérdidas amigos/as que se fueron lejos por diversas circunstancias y extrañás sus charlas, los mates, los paseos; la ilusión de reconquistar a la persona que quisiste; clausurar un proyecto de vida definitivamente (irte a vivir a otro lugar, no terminar o comenzar la carrera que soñaste, cambiar de empleo, de auto, separarte, viajar...) porque es casi imposible o descubriste que después de tanto esfuerzo ya no te interesa. Entre las pérdidas están las de la gente que querés, las de aquellos amigos/as o familiares que intempestivamente hacen mutis por el foro dejándote desconcertado/a en el escenario de la vida; también están aquellos que los viste lentamente apagarse y emprendieron en el año que se va su viaje; esa gente querida nos deja más solos/as, más inermes y es como si nos sacaran pequeños anteojos por los que miramos la vida y nos dejaran más miopes, con menos experiencias, un poco más pobres.
                Es posible que este año que se va te haya traído sus buenas ganancias, claro dependerá de la distancia que haya entre tus reales posibilidades y tus deseos. Y en eso también tiene que ver nuestra edad, a medida que crecemos vamos tomando conciencia de muestra verdaderas posibilidades y recortando nuestros deseos; de no hacerlo conviviríamos con cierto clima de frustración permanente.
               Es por eso que uno valora los logros del auto nuevo, la ampliación de la casa, el viaje soñado, una nueva pareja, el nacimiento de hijos, el ascenso en el trabajo, el cuadro que pintaste o lo mucho que ahorraste teniendo en cuenta que vivís en Argentina; pero también hay que sumarle otras ganancias que te da la vida y que no dependen tanto de nuestro hacer, como por ejemplo que tus viejos estén con vos, sanos o no tanto, fuertes, que tus hijos/as tengan una infancia feliz, que tu mente y tu cuerpo estén bien, y que tu sueño cada noche sea en paz.
               Te dejo aquí, que tengas el mejor año. Merece lo que sueñas.

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