PINTORES Y LITERATURA III



               Y continuamos el recorrido de las manos que mueven el pincel que escribe colores en la tela y de las manos que dibujan las letras e historias. Mario VargasLlosa, cuya polémica por estos días sobre su ideología ayuda aun más a difundir su obra y publicita como nadie la Feria del Libro local, escribió varias novelas en la que están imbricados pintura y literatura: “Elogio de la madrastra” y “Los cuadernos de Don Rigoberto” comparten personajes y estructuras.

               Esta última es una obra que condensa como pocas la sensualidad y el erotismo. Todo sucede en la cabeza de don Rigoberto y de su hijo Fonchito. Los dos alimentan sus fantasías eróticas gracias a la contemplación de reproducciones pictóricas. Fonchito, con veleidades de artista,  prefiere al pintor expresionista austriaco Egon Schiele por el color y las figuras contorneantes de niñas desnudas. La selección de don Rigoberto es más variada y gracias a su imaginación su deseada mujer, Lucrecia, se convierte en una ninfa de Tiziano, también en la odalisca de Ingres, una burguesa de Vermeer, la maja desnuda, una madonna de Piero della Francesca, una marquesita de Watteau, una virgen de Murillo, una geisha de Fujita y una prostituta de Tolouse-Lautrec. Una novela más reciente “El paraíso en la otra esquina”, tiene como protagonistas a Flora Tristán y su nieto, nada menos que el pintor Paul Gauguin.

               Hay un texto que ya he mencionado en viejas columnas por su intriga policial y por tener como espacio vital una ciudad que también es sinónimo de arte: Venecia. El libro escrito por Juan Manuel de Prada se llama “La tempestad” y su trama y su título responden al nombre de uno de los cuadros más enigmáticos del renacimiento italiano pintado por Giorgione. 

               Nombraré y al pasar una novela ya clásica de Oscar Wilde que tiene como núcleo central una pintura; claro, recordarás “El retrato de Dorian Gray”, ese joven de eterna belleza fáustica que envejece únicamente en el cuadro y que en algún momento de la vida (o en todos) muchos hemos deseado ser. La búsqueda de la perfección artística está presente en “La gran obra maestra desconocida” de Balzac. En esta novela protagonizada por un viejo pintor, Frenhofer, aparece toda una teoría del arte  y la belleza desarrollada por el autor de “Eugenia Grandet”.

               También es frecuente encontrar temas relacionados con la pintura en los textos del español ManuelVicent, en “La novia de Matisse” está bosquejado el mundo que se mueve alrededor del arte, con los marchantes, las galerías y galeristas, los clientes, el dinero y diversos intereses muy nuestros pero poco edificantes. Y sin embargo, el arte cura, la belleza se sobrepone a todas las miserias humanas, esa parece ser la tesis final y esperanzadora de la novela.

               Pero la pintura también puede ser el comienzo de la tragedia, el principio del fin de una vida,  como es el caso de María Iribarne quien contempla con una mirada especial los cuadros que expone el atormentado Juan Pablo Castel, así comienza “El túnel”, la primera novela de Ernesto Sábato.

               Don Ernesto en sus últimos años pasó a engrosar ese grupo grande de literatos que también mostraron su talento frente a la tela. Recuerdo algunos dibujos y pinturas de Carlo Levi, Jean Cocteau, Hesse, Víctor Hugo… y los envidio; yo que apenas puedo esbozar un vergonzante pinito infantil.

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