EL GALLEGO



Una lengua es una cosmovisión del mundo, una manera particular de comprender y nombrar lo que nos rodea. No solo nos pare una madre, sino que somos paridos desde otro gran vientre colectivo y llegamos a la vida con una marca indeleble que nos distingue de los demás y nos aúna con los hermanos de parición. “Lengua materna”, nunca más adecuada la expresión, lengua que equivale a leche materna, cuidados maternos, cariños y desvelos maternos. De allí que cuando nos privan del habla que nos parió nos sacan un pedazo esencial de lo que somos como personas y como comunidad. Nos despojan,  como si nos operaran de las palabras, de nuestra historia,  nos dejan un hueco, un hoyo por el que se ve el vacío.
Los pueblos que han sojuzgado a otros pueblos lo sabían desde siempre. Desde los persas hasta los griegos, desde los romanos hasta los germanos, desde los árabes hasta las potencias colonizadoras europeas impusieron su fuerza y sus armas y con ellas, como un sello, impusieron su lengua y amordazaron las palabras vernáculas, para que esos hombres sintieran todo el peso de la conquista, para que la resistencia apenas tuviera voz.
Si una lengua es una ventana por la que miramos y comprendemos la realidad, se entiende que no hay una mejor que otra, son diferentes, pero nada más. Lo que sí hay lenguas que tienen más poder que otras, pero ese poder les viene no de la lengua misma sino de factores externos: económicos, políticos, militares y hasta culturales en el sentido de que una lengua puede tener mayor visibilidad en su tradición y/o en la actualidad.
“Idioma meu, homilde, nidio, popular,/ labiego, suburbial e mariñeiro/ que fas avergoñar/ ó burgués, ó señorito i o tendeiro:/  levas sangue do povo/ e raigañas escuras/ que anuncian un día novo/  sin mágoas nin tristuras./ Idioma proscrito,/ asoballado,/ soterrado,/ refugado,/ negado/como a probeza i o delito,/ fala do emigrante e do maldito:/ soio resoas nos lares/das xentes populares...”. No hace falta traducción para entender el sentido general de estos versos del poeta Manuel María Fernández Texeiro (1929-2004). Este poema está escrito en una lengua que tiene tanta historia como el castellano que hablamos; es más, hace siglos los hombres que habitaban Iberia solo concebían escribir poesía en esta lengua y no en el duro idioma de Castilla; y sin embargo… La historia de la lengua gallega es la historia de una lucha por su supervivencia.

Lo que hoy llamamos Galicia es un territorio ubicado al noroeste de la península ibérica, dos mares de olas fieras bañan sus costas escarpadas, el Cantábrico y el Océano Atlántico. Geografía de contrastes, de valles y montañas, ríos y rías, de mar y llanuras y sierras; Galicia destaca por sus bosques y sus prados, la humedad de sus campos y el verdor de su flora. En esa tierra habitaban desde tiempos inmemoriales los ligures y los celtas; estos pueblos resistieron la invasión romana por un tiempo, luego Roma impuso su fuerza y su lengua (el llamado latín vulgar). A partir de la adaptación que hicieron estos pueblos de ese latín y la posterior evolución tras la romanización con el aporte de los suevos, los visigodos y los bretones, surgió una lengua particular dentro del ámbito geográfico románico. Esta nueva lengua se conoció con el nombre de galaico-portugués, por ser la lengua medieval de los habitantes de Galicia y del territorio portugués entre los ríos Miño y Douro. De ese tronco común derivarán el gallego y el portugués que conocemos actualmente.


Si bien coinciden los especialistas que ya en el siglo IX la lengua hablada en la zona de Galicia estaba tan diferenciada del latín que ya se puede hablar de la convivencia de dos lenguas; tendremos que esperar al siglo XIII para encontrar los primeros documentos de esta lengua romance que será la semilla de la que germinarán algunas de las flores líricas más preciadas de la Edad Media española.

Comentarios

Entradas populares