ENFERMEDAD Y LITERATURA III

Las enfermedades sexuales han estado y están presentes en la literatura de todos los tiempos. Generalmente su tratamiento literario ha abundado en alusiones, eufemismos o bien se presentan algunos síntomas de la enfermedad o sus consecuencias, casi siempre sin nombrarla. Esto responde a varias vertientes; la primera tiene que ver con el tabú que significa para la sociedad (y la literatura no es ajena) el tema de la sexualidad; la segunda responde a la demonización del afectado, ya que siempre se vio a este tipo de enfermedades como un “castigo divino” por los pecados de los portadores a quienes la comunidad segregaba; y otra vertiente es la que ya hemos desarrollado, el no nombrar la enfermedad permite sortearla, conjurarla o impedir que avance, esta mitificación contribuye a las fobias y miedos sobre el contagio de las mismas

 


La sífilis es una enfermedad sexual infecciosa de larga tradición en la literatura; es más, muchos aseguran que el propio nombre de la enfermedad proviene de un texto literario que atribuye al pastor Syphilus de Las metamorfosis” de Ovidio ser el primero que la contrae por un castigo de los dioses. Este mal “vergonzante” también se convirtió en una controversia regional que culpabilizaba de su origen a los extranjeros, a los ajenos a cada comunidad, y que responde a la vieja lógica de que “el mal son siempre los otros. Así se la conoció con el eufemismo de “mal francés” para italianos y españoles,  “sarna española” le llamaban los italianos, y los franceses “mal napolitano”, para los turcos era la “peste cristiana”. Paracelso habla de esa inmunda enfermedad contagiosa que entonces había invadido la humanidad en algunos lugares y que desde entonces lo inundó todo, que en castigo por la licenciosidad general infligió Dios”. Y no es exageración del ilustre médico ya que la enfermedad provocó verdaderas epidemias desde el siglo XV en adelante, por lo que es razonable que muchas obras hablen de ella y varios escritores padezcan sus síntomas. 


      


 La literatura española del Siglo de Oro menciona en muchas de sus obras a la enfermedad. Es célebre el caso de Cervantes, que en una de sus novelas ejemplares, “El casamiento engañoso”, ubica a su protagonista saliendo débil y sin pelo del hospital de la Resurrección de Valladolid. Al encontrarlo un viejo amigo se sorprende de verlo tan desmejorado. El alférez Campuzano le explica las causas: tengo que decir sino que salgo de aquel hospital, de sudar catorce  cargas de bubas que me echó a cuestas una mujer [...]. De mi casamiento saqué tantos [dolores] en el cuerpo y en el alma, que los del cuerpo, para entretenerlos, me cuestan cuarenta sudores, y los del alma no hallo remedios para aliviarlos siquiera”. 


        Es conocida la crudeza verbal de Quevedo que dedicó varios versos a la sífilis, una de esas composiciones habla de una moza que tiene la enfermedad: Tomando estaba sudores/ Marica en el hospital:/que el tomar era costumbre,/y el remedio es el sudar./ Lo español de la muchacha/ traduce en francés el mal:/ cata a Francia, Montesinos,/si te pretendes pelar…”. Hay abundantes referencias a la enfermedad en el ambiente prostibulario que recrea La Lozana andaluza”, una obra del siglo XVI,  cuya protagonista y varios personajes padecen el mal de “grañimón”, otro de los nombres de la sífilis dado por la germanía.  


      


 
Escritores que fallecieron por causa de este mal son varios, lo mismo que pintores y músicos, lo que confirma—desde la mirada burguesa—que este colectivo de artistas llevaba una vida poco recomendable. “Y, por tanto, tú eres parecida a esta porquería,/ a esta horrible infección,/ estrella de mis ojos, sol de mi naturaleza,/ tú, mi ángel y mi pasión. Estos versos son de Baudelaire y están dedicados a Jeanne Duval, la “Venus negra”, el gran amor del poeta. Ambos morirán por causa de la sífilis. 

 

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