PISAdos
Es curioso, dos
por tres aparecen nuevos Jobs implorando a Dios por lo terrible de una
situación, rasgándose las vestiduras en público por tamaña
desgracia. El periodismo está lleno de Jobs, lleno de esos gestos
catastróficos. Y cuando les ataca la “Jobmanía”, debo confesar
que me da urticaria allá abajo, incluso hasta se me hinchan un poco,
no sé bien si de la indignación o de tanto rascarme. Eso ha
sucedido con el último informe sobre las pruebas internacionales de
calidad educativa llamadas PISA.
El informe muestra que Argentina ocupa el puesto 59 entre 65 países y que hemos retrocedido un lugar respecto del año 2000. La prueba evaluaba a alumnos de secundaria de 15 años, de la muestra examinada un poco más de la mitad (53,6 %) no pueden reconocer la idea principal de un texto, ni inferir, es decir que ese porcentaje no sabe bien de qué trata el texto que lee.
¡Para qué! Ni bien el informe llegó a los medios salieron los “jobmaniacos” a clamar sorprendidos por este panorama, cual si hubiese sido un terremoto que nadie podía prever. Opinólogos, encuestas a la gente, y demás fanfarria veían en los resultados del informe una especie de nave extraterrestre que se posó en nuestras pampas, y no una consecuencia lógica de un sistema que tiene profundas grietas y manquedades.
Un sistema que en nombre de sus buenas intenciones se queda a mitad de camino en todo. Porque hay que decirlo con todas las letras, el sistema educativo secundario es un sistema injusto. Y vos que estás leyendo pensarás con cierta razón “ahora este poligrillo empujateclas se las da de sabi-hondo”. Pero no es tan así, pocas cosas conozco en este mundo, además de la madre que me parió y la delantera de Independiente del 73, como el sistema educativo secundario.
Te
decía que tiene buenas intenciones y hasta es políticamente
incorrecto estar en desacuerdo con el gran postulado de esta décadas,
el de la inclusión. Los chicos deben terminar la escuela secundaria.
¿Quién puede estar en desacuerdo con esto? El problema pasa en que
todo se queda a mitad de camino y se torna un sistema injusto. Porque
de qué manera podemos como docentes retener a alumnos de 17, 18 años
que no quieren estar en la escuela. Es cierto que la ley habla para
estos casos de “Trayectos alternativos”, pero en realidad no se
implementan. Y quedan los docentes como agentes de contención
social que deben contemplar toda una serie de situaciones
conflictivas de ese tipo de alumnos porque sí o sí deben permanecer
en el sistema; mientras deja de lado a quienes realmente están ahí
porque les interesa aprender. Sumamos a esto la asistencia, hoy ya
no es raro encontrar a alumnos/as con medio centenar de inasistencias
en el año. Se supone que la cantidad de ausencias es directamente
proporcional a la falta de rendimiento escolar.
Y por si esto fuera poco, si los conocimientos con que llegan a fin de año no son los suficientes para aprobar,
aparecen toda una serie de exámenes (parecen más atajos que otra cosa), cada vez con más contemplaciones como hacer un trabajo práctico y presentarlo y hablar sobre el mismo, y en caso de no aprobar, volver en otra mesa para hablar no ya de otro trabajo, sino de aquellas partes del anterior que no sabían. Y uno sospecha que detrás de tanta permisividad en el saber hay una norma no escrita pero que sobrevuela por las aulas: “hay que tratar de que no haya repitientes”. Y te preguntarás por aquellos que trabajaron y aprendieron durante el cursado, esos ven que su esfuerzo no tiene una recompensa mayor porque el/la que nada hizo en el año, llega diciembre y como por arte de magia aprueba seis o siete materias y en marzo otro tanto y el año que viene está sentado/a dos bancos atrás muy campante y con ganas de hacer lo mismo que en el curso anterior.
Los docentes a veces hacemos como el avestruz, escondemos la cabeza y le endilgamos toda la culpa al estado; pero en realidad sabemos que en educación hay responsabilidades compartidas para que la escuela haya dejado de ser un sitio donde se privilegie el saber.
Coincido totalmente con Nestor en sus conceptos , cada vez que los docentes salen a reclamar por sus salarios ,lo que me parece justo , se olvidan que eso no significa que abandonen su responsabilidad primaria que es enseñar. Claro que esto se disimula bastante cuando se aplica el principio de la " no repitencia " argumentando que asi se contiene a los jovenes y se evita que la calle los contamine. Creo, contra la opinion de muchos docentes, que esto es una forma muy cómoda de abandonar sus obligaciones y tambien creo que por ello deben asumir que tienen una alta cuota de responsabilidad en el estado de cosas que hoy vivimos en Argentina porque lo que enseñan ,en definitiva ,se pierde ante el " no te calentes " total pasas igual . Como el tango ..la biblia junto al calefon.
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