MIGUEL
Un río manso cruza la meseta de Castilla la Nueva, en esa tierra llana, poblada de cereales, el río es una extrañeza en su paisaje uniforme. Cercana al río, una pequeña ciudad llamada Alcalá de Henares, allí un 9 de octubre de 1547 bautizan a un niño llamado Miguel.
El pequeño se pierde por las angostas calles de Alcalá de Henares, sin duda está marcando desde el comienzo de su vida una constante: el camino, el viaje.
Después de varios traslados, el joven siente inclinación por las letras y lee " hasta los papeles tirados en las calles" y compone versos. Luego Italia lo seduce y allá va Miguel metido a soldado. Italia lo deslumbrará con el refinamiento, la exaltación a la vida. Ese viaje durará años y permanecerá siempre en su memoria, el soldado va por las fondas y posadas, por ciudades y pueblos bebiendo todos los vinos, los aires y las donnas.
Hay un hecho que divide en dos su estancia italiana: Lepanto, una batalla y una bala que le inmovilizará para siempre la mano izquierda.
Quizás desilusionado de la vida militar, quizás con ansias de probar suerte nuevamente en las letras, Miguel embarca nuevamente hacia España; sin embargo el viaje durará cinco largos años; cae prisionero de piratas y es recluido en Argel a la espera de que alguien pague el rescate.
Es curioso, muchos afirman que en aquella oscura cárcel africana se gestó "El Quijote", un libro que exalta el amor, la aventura, los caminos, la alegría y la libertad.
El hombre que llega a la patria quince años después es otro, tiene la memoria llena de imágenes y recuerdos. Se instala en Madrid, escribe obras teatrales, parece que por fin lleva una vida aquietada.
La pasión del camino puede más, es recaudador de cereales para la armada. Allá irá Miguel recorriendo pueblos, posadas, los vientos de Andalucía.
Está casi olvidado como escritor; se instala en Castilla. Allí, a comienzos del siglo XVII, escribe un libro distinto, extraño, no se parece en nada a los que circulan por España; es una novela, pero no de caballería. Es otra cosa, algo raro, una parodia, una aventura, una humorada, un mundo hecho de vidas y sueños, y más, siempre más, es tantas cosas...
Cuando en 1605 aparece en Madrid, "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha", Miguel tiene 57 años, es un hombre viejo para la época. Con el libro llega la fama, pero también la envidia, el rechazo de la mayoría de los escritores de la época.
Cuatro días antes de morir, escribe por última vez, es un prólogo a un libro que no verá. Él lo sabe, y se despide del mundo. "... adiós, regocijados amigos; que ya me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida".
El 23 de abril de 1616, muere Miguel de Cervantes, el padre del Quijote, un libro que es todos los libros. Nada más apropiado para que ese día se festeje el día del libro. La posteridad a veces suele ser muy justa.

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