CARTAS COLECTIVAS

La carta se escribe en la antigüedad--ya lo hemos dicho, pero conviene recordarlo-- para una minoría ilustrada y ha tenido en la historia de la cultura un papel relevante muchas veces no reconocido por los estudiosos.

Hay una vertiente de la carta que sale de la esfera de lo íntimo porque se escribe pensando en destinatarios colectivos. Esto se ve en las cartas del apóstol Pablo y en otras del Nuevo Testamento, en las de Cicerón y Séneca, verdaderos documentos en los que se decanta el alma romana. Otras misivas manifiestan la estética del autor y los consejos a quienes se inician en el oficio de escribir, como son las cartas de Horacio a los Pisones, antecedente basal de "Cartas a un joven poeta" del lírico alemán Rainer M. Rilke.



Esta forma que busca en los destinatarios colectivos el campo fructífero para el nacimiento y transmisión de nuevas ideas va teniendo cada vez mayor difusión en el Renacimiento, y dará lugar a la cultivadísima epístola.

Así estos andantes pliegos van preñados de palabras, que en algunos casos transformarán la sociedad de la época. Como verdadero ejército ilustrado servirán a la difusión del Humanismo con Erasmo; también a la divulgación de ideas y cuestiones religiosas, recordemos "Las cartas provinciales" de Pascal.

Otras estarán dirigidas a la disección del corazón mismo de la sociedad, como son las sátiras sociales de Montesquieu y el ilustrado español José Cadalso.

Y andando el tiempo y el continente, son los románticos americanos quienes explotarán la dimensión colectiva y didáctica de la carta, generalmente usada en virulentas polémicas políticas o para arremeter contra la vieja escuela ilustrada.

Imposible soslayar en estos casos a Sarmiento que polemizó fuertemente con Alberdi sobre la prensa en Argentina en el ciclo denominado "Cartas quillotanas" y que también la emprendió contra Andrés Bello y su visión neoclásica del idioma, arquetipo del intelectual ilustrado del siglo XIX en Sudamérica.

Imposible también no mencionar una carta trágica, muestra de valentía y honestidad intelectual, la "Carta abierta a la Junta Militar" que escribiera el día antes de su desaparición el rionegrino Rodolfo Walsh, y que buscó difundir por todos los medios hasta su arresto en plena calle.

Es conocido por todos que el periódico tal como hoy lo conocemos, es un invento del siglo de Sarmiento y Alberdi, quienes lo utilizaron como tribuna de sus ideas. Es el periódico el que sirve de vehículo a los anónimos ciudadanos que hacen llegar sus cartas con la esperanza de una difusión colectiva.



Los diarios han cambiado--y vaya si lo han hecho-- a lo largo de más de dos siglos; pero una de las secciones que se han mantenido incólumes como un viejo acueducto romano, es aquella de las cartas de lectores, "verdadero género literario", en la consideración de Jorge Castañeda. Sátira, denuncia, información, crítica, queja, agradecimiento, todo entra en esta humilde pero a la vez generosa forma.

Sabiéndolo o no, el remitente de cada carta de lectores está recibiendo y continuando un legado que ha atravesado la historia de Occidente.

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