DENEVI


Que un escritor de corta fama en estas pampas, que un eficiente abogado de la Caja Nacional de Ahorro Postal, se siente en un cine de la calle Lavalle a fines de los sesenta, y vea cómo los seres que imaginó en la soledad de su departamento ahora tienen el cuerpo de Elizabeth Taylor, Robert Mitchum y Mia Farrow, es más que suficiente para instalarlo en el centro del mundillo literario argentino.

Sin embargo, ni este cuento, “Ceremonia secreta”, premio de la desaparecida revista “Life” y llevado al cine por Joseph Losey, ni el prestigioso premio Kraft por “Rosaura a las diez”, una novela sorprendente, pudieron sacarlo de su obstinada soledad y su repelencia a la exposición pública.

“Rosaura a las diez” fue su primera obra y es hoy una de las grandes novelas de la segunda mitad del siglo pasado. Allí aparece una de las líneas vertebradoras de la literatura de Denevi: su preocupación por el lenguaje. En esta historia el perspectivismo está más en el habla de los personajes que en la mirada que sobre el mismo hecho tienen los protagonistas. En la obra el lenguaje está trabajado en un abanico que posibilita el ingreso al texto de los más variados registros, y se ve también el despojamiento que hace el escritor de formas solemnes, la búsqueda de la expresión llana, coloquial y mucho más eficaz. Un lenguaje multiforme y dinámico, vehículo ideal de la ironía presente en la visión del mundo del autor.

Denevi abordó la novela, el cuento, muchos de ellos inolvidables como "Hierba del cielo", "Cartas peligrosas" o "Gaspar de la noche", la fábula y el microrrelato cuyas formas se prestaban muy bien para su visión peculiar de lo fantástico.

Quizás el deseo de Denevi de mantenerse al margen del mundillo literario, de su voluntad de silencio con los medios periodísticos haya contribuido a cierta apatía de la crítica y de las instituciones literarias con respecto a una obra original y de peso dentro del panorama de las letras argentinas.

Amante de la música, era un excelente ejecutante de piano, dedicaba su tiempo a la escritura y a frecuentar amigos. En sus últimos años casi no salía de su departamento, sin querer o no, se fue asemejando a muchos de sus personajes literarios: solitario, tímido, con vocación de antihéroe.

Alguna vez definió que su “mayor ambición es que el acto de la lectura sea de disfrute, de goce para quienes me leen. En estos tiempos en que tanto dolor y humillaciones nos inferimos unos a otros, hacer feliz a alguien es tan hermoso... A mí no me importa más que eso."

Aquí va uno de sus textos titulado “La bella durmiente del bosque y el príncipe”.
“La Bella Durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al príncipe. Y cuando lo oye acercarse, simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho, pero ella lo sabe. Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos.”

Marco Denevi había nacido un 12 de mayo de 1922 en Sáenz Peña (provincia de Buenos Aires) y falleció el 12 de diciembre de 1998.

Comentarios

Entradas populares