El Sena y la literatura




Ha llovido y las veredas parecen lucientes y un cierto olor a ¿almizcle? se esparce por la noche del recién venido verano. A mi izquierda el Sena, quizás el río emblema de la literatura mundial. Pocos poetas o escritores han permanecido indiferentes a su encanto; sin embargo esta visión que tengo del río no tiene el efecto esperado, porque en esta zona de París va encajonado entre dos muros que lo transforman casi en un canal.


Uno mira el río y es imposible no tener la mirada contaminada por el recuerdo de algunas páginas memorables, inevitable que al río concreto que corre a metros de mis pies añada los anteojos de mis lecturas. Contemplar el Sena desde la torre Eiffel es como si viésemos una hoja gigante cuya nervadura principal es el río; no hay forma de imaginar París sin ese hilo de agua. Y ayer desde la altura parisina fue la visión de Rastignac, aquel joven ambicioso de Papá Goriot”,  la que se interpuso en mi camino con ese célebre final.  Al quedar solo, Rastignac dio unos pasos hacia lo alto del cementerio y contempló París, tortuosamente extendido a lo largo de las dos orillas del Sena, en el que comenzaban a brillar las luces. […] Lanzó sobre aquella zumbante colmena una mirada que parecía extraer su miel por anticipado y pronunció estas grandiosas palabras: '¡Ahora nos veremos las caras!'... 

Mientras camino y veo sus puentes iluminados y el ruido del agua allá abajo mezclado con el de alguna lancha con turistas, recuerdo que la noche y estas aguas (u otras, si vamos a creerle a Heráclito), cobijaron la angustia insoportable de Paul Celan, el poeta rumano, que se arrojó de uno de estos puentes. La misma angustia que sintió Víctor Hugo, el autor de “Los Miserables”,--novela  en la que uno de sus principales personajes, el inspector Javert, se arroja al río—cuando supo de la muerte accidental de su hija ahogada en sus aguas.



 Ahogada en un hábil juego de palabras resulta la mujer del narrador del cuento “El río” de Julio Cortázar, en el que se confunden el sueño con la vigilia: Y sí, parece que es así, que te has ido diciendo no sé qué cosa, que te ibas a tirar al Sena, algo por el estilo, una de esas frases de plena noche, mezcladas de sábana y boca pastosa… [… y el final] miro con sorpresa mi mano que chorrea, y antes de resbalar a tu lado sé que acaban de sacarte del agua, demasiado tarde, naturalmente, y que yaces sobre las piedras del muelle rodeada de zapatos y de voces, desnuda boca arriba con tu pelo empapado y tus ojos abiertos”.  También Rayuela” tiene innumerables pasajes en los que aparece el río, y que muestra el entrañable amor por este sector de la ciudad que tenía Cortázar.


Escucho tañidos de campana a lo lejos, los puestos callejeros aún permanecen abiertos a pesar de la noche, me detengo en el Pont Neuf, sus piedras durante cuatro siglos han visto pasar gran parte de la historia de Occidente. 


Es suficiente, demasiado impacto por hoy. Decido ir a dormir. 

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