VENECIA Y LA LITERATURA
El agua forma parte de la historia de esta ciudad y de la vida cotidiana de su gente, ella es la síntesis perfecta de la convivencia de lo urbano y del mar. Hablo de Venecia. Estos tres días por la ciudad del Adriático han sido inolvidables, salvo hoy que se me ocurrió tomar con los amigos unos "dry Martini" en la isla de Lido y mi vertical está en discusión, y más en esta góndola que el agua bambolea.
El gondolero explica a los gritos que estamos pasando frente al Grand Hotel des Bains, lo que no dice es que al edificio solo le quedan glorias pasadas, da lástima ver el interior del hotel que nos deslumbrara tras la lente del gran Lucchino Visconti en "Muerte en Venecia".
En sus habitaciones se hospedaba el protagonista de la famosa novela de Thomas Mann llamado Gustav Aschenbach, quien al llegar al hotel vio "una habitación agradable, con el mobiliario de madera de cerezo, con un ramo de flores olorosas sobre una mesilla, y desde cuyas altas ventanas se podía disfrutar la visión del mar abierto". En la playa que se ve desde esas ventanas del hotel pasó algunos de sus mejores días y vio crecer su pasión por Tadrio, un joven adolescente polaco. En esa playa, contemplándolo, murió una mañana ya otoñal.
El vetusto edificio será remodelado, me dicen, y sus casi doscientas habitaciones se venderán por separado con la modalidad de tiempo compartido. No gusta, pero si ese es el precio para salvarlo...
Ahora el gondolero grita una canzone y mi cabeza está a punto de romperse, mientras atravesamos el canal mayor rumbo al Puente de los Suspiros y la plaza de San Marcos. Todo me da vueltas en esta ciudad que respira arte por sus poros. Aquí nació y murió Tintoretto, el gran pintor renacentista, muchos de sus cuadros y murales están en edificios históricos de Venecia. En esta ciudad descansa el enigmático Giorgione y uno de sus lienzos, "La tempestad", se puede ver en la Galería de la Academia.
"La tempestad" también es el título de una excelente novela policial del español Juan Manuel de Prada ambientada en una Venecia invernal y nevada. Mientras nos acercamos a San Marcos en medio del hedor que exhalan los pequeños canales y el sol que me obliga a cerrar los ojos, recuerdo la llegada de Alejandro Ballesteros, el joven profesor de arte interesado en estudiar el cuadro de Giorgione: "Allí se erguían [en San Marcos], junto al embarcadero, dos columnas monolíticas, sobresaliendo directamente del agua, puesto que la marea había querido apropiarse de la plaza más célebre del mundo, [...] En lo más alto de las columnas descansaban, fundidos en bronce, el león alado de san Marcos y la estatua de san Teodoro..." Recuerdo a Chiara, uno de los personajes femeninos que más me ha atraído y que confieso que en estos días en Venecia abrigué la secreta esperanza de encontrarla.
Borracho y en Venecia. El gondolero para despedirse grita o canta. Desembarco a duras penas y estoy tentado de decirle que prefiero a Aznavour cantando "Venecia sin ti".
El gondolero explica a los gritos que estamos pasando frente al Grand Hotel des Bains, lo que no dice es que al edificio solo le quedan glorias pasadas, da lástima ver el interior del hotel que nos deslumbrara tras la lente del gran Lucchino Visconti en "Muerte en Venecia".
En sus habitaciones se hospedaba el protagonista de la famosa novela de Thomas Mann llamado Gustav Aschenbach, quien al llegar al hotel vio "una habitación agradable, con el mobiliario de madera de cerezo, con un ramo de flores olorosas sobre una mesilla, y desde cuyas altas ventanas se podía disfrutar la visión del mar abierto". En la playa que se ve desde esas ventanas del hotel pasó algunos de sus mejores días y vio crecer su pasión por Tadrio, un joven adolescente polaco. En esa playa, contemplándolo, murió una mañana ya otoñal.
El vetusto edificio será remodelado, me dicen, y sus casi doscientas habitaciones se venderán por separado con la modalidad de tiempo compartido. No gusta, pero si ese es el precio para salvarlo...
Ahora el gondolero grita una canzone y mi cabeza está a punto de romperse, mientras atravesamos el canal mayor rumbo al Puente de los Suspiros y la plaza de San Marcos. Todo me da vueltas en esta ciudad que respira arte por sus poros. Aquí nació y murió Tintoretto, el gran pintor renacentista, muchos de sus cuadros y murales están en edificios históricos de Venecia. En esta ciudad descansa el enigmático Giorgione y uno de sus lienzos, "La tempestad", se puede ver en la Galería de la Academia.
"La tempestad" también es el título de una excelente novela policial del español Juan Manuel de Prada ambientada en una Venecia invernal y nevada. Mientras nos acercamos a San Marcos en medio del hedor que exhalan los pequeños canales y el sol que me obliga a cerrar los ojos, recuerdo la llegada de Alejandro Ballesteros, el joven profesor de arte interesado en estudiar el cuadro de Giorgione: "Allí se erguían [en San Marcos], junto al embarcadero, dos columnas monolíticas, sobresaliendo directamente del agua, puesto que la marea había querido apropiarse de la plaza más célebre del mundo, [...] En lo más alto de las columnas descansaban, fundidos en bronce, el león alado de san Marcos y la estatua de san Teodoro..." Recuerdo a Chiara, uno de los personajes femeninos que más me ha atraído y que confieso que en estos días en Venecia abrigué la secreta esperanza de encontrarla.
Borracho y en Venecia. El gondolero para despedirse grita o canta. Desembarco a duras penas y estoy tentado de decirle que prefiero a Aznavour cantando "Venecia sin ti".
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