ECOLITERATURA


              “¿Eco qué...?”, dirás lector, ahora que recién hemos apagado las luces en un gesto simbólico que se traduce en un verdadero tirón de orejas para que los poderosos del mundo reflexionen que si seguimos usando y abusando de este planeta la vida de nuestros nietos estará comprometida.
               Este intento de toma de conciencia sobre el uso que hemos hecho de nuestra Tierra se da, sobre todo, en los últimos veinticinco años  por el evidente deterioro de nuestro lugar en el cosmos; sin embargo caso omiso hacen ante este panorama los grandes grupos económicos que no quieren resignar su poder y sus ganancias. Hay sí intentos de resistencia, de decir basta a esta forma de depredación que ha provocado el capitalismo salvaje, la llevan adelante ecólogos, organizaciones regionales, nacionales e internacionales.
               También en esa resistencia debemos contar a algunas direcciones de la literatura, sobre todo, llamo la atención una corriente poética  que pone en tela de juicio las injusticias del mundo actual y los estragos que sufre el medio ambiente. Pero esto no solo se da en la literatura, sino también en el campo académico. Allí surgió en los noventa, en el mundo anglosajón, una corriente de la crítica que se denomina “ecocriticismo” y que estudia las relaciones, según uno de sus pioneros, entre la literatura y el medio ambiente.
               Así en la poesía de corte social explícito aparece un nuevo término que funciona como la unidad sobre la que gira toda esta corriente: el ecopoema. Su definición aúna una disciplina científica, la ecología, y la poesía, que contendrá algunas notas peculiares tanto en su construcción como en su intención y temática.
               Un destacado poeta español, Jorge Riechmann, une su talento literario a una larga militancia ecológica sostenida como escritor de ensayos y prestigiosos libros de ecología. De hecho si la disciplina ingresa a su mundo poético lo hace con un sustrato científico muy fuerte y un conocimiento muy preciso sobre lo que está hablando.  Esta rigurosidad en cuanto a datos, fuentes, juicios es una característica marcada que Riechmann le exige al tema tanto en la poesía como a la ciencia, por eso dice “Una poesía animada por la voluntad de contribuir a transformar la realidad no puede escamotearla a su lector y en algunos aspectos debe ser lo más fiel posible a los términos, a los datos y a las consecuencias”; el resultado, contra lo que se espera es sorprendente, lo que habla muy bien de la capacidad poética de Riechmann.
               Desaparecen las eras/ y se construyen chalés adosados/ desaparecen los ríos/ y se construyen autopistas/ desaparecen los hombres y mujeres/ y da miedo mirar oler decir/ lo que están construyendo”.El ecopoema, como artefacto complejo, es para el poeta madrileño belleza y comunicación, alarma y denuncia en un mundo cada vez más consumido y consumible, la poesía como despertadora del  hombre,  transformado en víctima de los intereses del sistema que lo arrastran a una vida alienada.
               En este panorama su poesía se erige como crítica combativa que trabaja la palabra para insertarla como cuña en las hendijas del poder, poesía “neosocial” la llaman algunos;  y una de las preocupaciones centrales es la salud del planeta. “Tiemblo por el antílope, por el lobo y por el ser humano:/ pero quedan y quedarán suficientes mohos, bacterias e insectos/ como para que este planeta siga siendo un lugar muy agradable”.
               Poesía que denuncia las consecuencias  en la naturaleza y en la gente de  los dos pilares del capitalismo: producción y consumo.

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