EL GALLEGO II
Decíamos en un texto anterior que durante la
Edad Media, los hombres que habitaban Iberia solo concebían escribir poesía en
galaico-portugués y no en el duro idioma de Castilla. Los primeros testimonios
de poesía escrita en gallego aparecen a fines del siglo XII y se consolidan en
el siglo XIII; pero no hay que olvidar que el camino que recorre un género
(sobre todo en el Medioevo que se caracteriza por la predominancia de la
literatura oral) hasta su fijación por escrito suele ser largo. Es decir que la
lírica gallego-portuguesa se inicia por lo menos un siglo antes.
La lírica primitiva tiene la característica
de estar acompañada de música, la gallega no fue la excepción, así lo
testimonia el nombre dado a las diferentes composiciones poéticas que florecieron
en el territorio gallego y parte de lo que hoy es Portugal entre los ríos Miño
y Douro. Todas se llaman “cantigas”, es decir poemas escritos para ser
cantados.
Mucho se habla sobre la causa de un
florecimiento poético tan singular en esta región. Los estudiosos no se ponen
de acuerdo, pero es posible que al no recibir el grueso de la invasión
musulmana, por su ubicación geográfica extrema, haya preservado mucho más ese
fondo común de la balada paneuropea. Sobre esa simiente de una graciosa
cancioncilla germinó luego una lírica magnífica y refinada compuesta por
trovadores. ¿Cómo llegó la poesía trovadoresca provenzal a Galicia? Sin dudas,
gracias a las constantes peregrinaciones que todo el resto de Europa realizaba
por el camino de Santiago a la tumba del apóstol. En ese ir y venir de gentes
también van y vienen retazos de cultura, y en las faltriqueras de muchos de
esos caminantes, junto con las viandas de yantar, había otro alimento más
etéreo pero más perdurable, las cantigas provenzales que influirán en la lírica
galaico-portuguesa.
Tres tipos de cantigas profanas florecieron
en Galicia: las cantigas de amor, las cantigas de amigo y las cantigas de
escarnio ou maldicir. En las cantigas de amigo una muchacha expresa sus
sentimientos a su madre, hermanas, amigas; bien a la naturaleza que se
personifica y con la que se identifica; esta confidencia es siempre amorosa, ya
sea de lamentación por la ausencia del amado o alegría por su encuentro con él. Todas tienen en común la repetición o bien la
variación parcial de un verso que se repite en diferentes estrofas. Como
característica estructural y semántica más saliente tenemos el paralelismo. Te
dejo como ejemplo una cantiga antiquísima en la que una muchacha interroga al
mar por el regreso de su amigo y repite con impaciencia si vendrá pronto:
“Ondas do mar de Vigo,/ se vistes meu amigo?/ E ai Deus!, se verra cedo?//Ondas
do mar levado,/se vistes meu amado?/E ai Deus!, se verra cedo?//Se vistes meu
amigo,/o por que eu sospiro?/E ai Deus!, se verra cedo?//Se vistes meu
amado,/por que ei gran coidado?/E ai Deus!, se verra cedo?
En la cantiga de amor la voz poética es la de
un hombre que alaba a su dama, a la “senhor”. Esta dama siempre es alguien
noble y las relaciones entre el pretendiente y la señora entran dentro del
género denominado “amor cortés”. Es una lírica mucho más culta y desciende
plenamente de la provenzal. Te dejo un fragmento de una cantiga de amor del
siglo XIII en la que el trovador pese a lo que le dicen se da por bien pagado
amar a esa dama : “Muitos me dizen que servi dõado/ ũa donzela que ei por
senhor./Dizê-lo poden, mais ¡a Deus loado!/poss’eu fazer quen quiser sabedor/que
non é’ssi; ca ¡se me venha ben!/non é dõado, pois me deu por én/mui grand’afan
e desej’e cuidado”.
Las cantigas de escarnio se caracterizan por
invectivas ingeniosas, procaces, cómicas dirigidas a una víctima a la que a
veces se nombra. En este ejemplo, la cantiga resalta la fealdad de una mujer:
“Ai, dona fea, fostes-vos queixar/ que vos nunca louv' en [o] meu cantar;/ mais
ora quero fazer um cantar/en que vos loarei toda via;/ e vedes como vos quero
loar;/dona fea, velha e sandia!”.
El espacio se termina y nada podremos decir
de las cantigas religiosas dedicadas a la Virgen María; entre cuyos autores
está ni más ni menos que el rey Alfonso X.
Todo este inmenso y rico panorama poético
decae lentamente y luego se eclipsa, como se eclipsará durante varios siglos la
lengua gallega.
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