LA POESÍA GALLEGA ¿ACTUAL?



¿Cuál es el punto de partida que desemboca en la saludable y próspera actualidad de las letras gallegas? Muchos estudiosos se remiten a fines de los 60 y comienzos de los 70, cuando el largo telón negro de la dictadura franquista comienza a abrirse lentamente sobre las letras gallegas. Así resurge la obra de Celso Emilio Ferreiro, incansable defensor del idioma y de la nacionalidad gallega, y se dan a conocer poetas jóvenes como Xosé Luís Méndez Ferrín y Manuel María. La obra de todos ellos constituye una buena muestra de la convergencia de los discursos poético y revolucionario en uno solo.
1976 es otro hito en la poesía gallega, (también en la literatura) en la propuesta de una nueva forma de vanguardia poética, tremendamente exigente en el plano estético e igualmente comprometida en las dimensiones ética y política. Aparecen aquí nombres  nuevos y otros que se van consolidando como los de Ferrín y el de Arcadio López-Casanova.
Ya en la década de los ochenta la poesía gallega manifiesta un panorama cada vez más completo y variado. Dos hechos políticos y culturales son importantes en esta década. El estatuto de autonomía gallega (1981) y la Ley de normalización lingüística (1983).
Creemos que algunas de las características distintivas de lírica de los años ochenta son: La intención de crear un lenguaje poético y  un temario propio para ello elaboran un registro culto adecuado a la expresión poética y tratan con él temas válidos para cualquier tiempo y lugar. La reactivación del tema del amor con matices eróticos y sensoriales que también se aplica a la relación con la tierra. Una gran preocupación formal que lleva a combinar un  mensaje comprometido con una forma cuidada. Te dejo un fragmento de “Porto da Coruña”, un enorme poema de Rafa Villar, destacado poeta de esa generación: mi bisabuelo nunca me habló de Buenos Aires/ yo quería que mi bisabuelo cantara por las avenidas/ tangos melancólicos/ en el recuerdo de un país que tal vez era un destino,/  o un amor,/ pero mi bisabuelo sólo conoció/ la ciudad raulgonzaleztuñón y tabernaria/ un puerto que era una isla olvidada/ y hombres tatuados/en las sombras nocturnas de los arrabales/ mi bisabuelo volvió con un bandoneón debajo del brazo/ y cicatrices como esquirlas de memoria y soledad…”
               La década del 90 supone la irrupción masiva y en forma dominante de las poetas gallegas. Es complejo caracterizar corrientes diversas y cada vez más populosas. Estas nuevas voces se nutren de las fuentes abiertos por los autores de los ochenta, pero no implica seguir al pie de la letra los modelos sino una búsqueda de una línea personal que varía en la adopción de temas y formas. Algunas características de la poesía de esta década las podemos sintetizar en un cambio importante en la temática amorosa que es vista desde el punto de vista femenino, con un lenguaje directo y fuertemente erótico. Hay un mayor urbanismo en los poemas que hace que el idioma se renueve para hablar de temas ciudadanos y así el poema recoge las jergas, los vocabularios de argot, el léxico publicitario, la influencia de la música moderna, los medios audiovisuales, la cibernética, etc., en una forma mucho más libre.
 Y cierro este largo—y espero que interesante—viaje por el idioma y la literatura de Galicia con este fragmento de Emma Pedreira Lombardía (A Coruña, 1978) en versión castellana: “Tú no ibas a la escuela./ Amontonabas piedras en el bosque y las balas te rozaban los cromos/ Y los dibujos y las tostadas con mantequilla,/Y la guerra nos interpolaba los ojos./ Yo no hice castillos con arena./Pero enterré muñecos debajo de cada losa, practicando para el dolor…/Te quiero porque ni siquiera hoy me hablas de las guerras/En el sucio dialecto de los que no fuimos niños ni fuimos nada”.

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