APUNTES DE VIAJE

  • Detesto a los turistas "enlatados". Creen que los lugares son vidrieras para tomarse fotos. Mientras el ómnibus desanda el camino del glaciar P. Moreno hacia El Calafate miro a la parejita valenciana, a dos navarros y más allá un matrimonio mejicano. Duermen. Su dosis paisajística ha sido suficiente por el día. ¿Cómo pueden dormir, inmunes a los lugares que seguramente no volverán a ver jamás? Viajar es también despedirse. Duermen. Confían en su inmortalidad.
  • Asisto, quizás, a los últimos vestigios de un pueblo. El Calafate lentamente se va convirtiendo en un lugar impersonal, hecho para visitantes que quieren consumir paisajes, como buenos champagnes, en hoteles cinco estrellas. Business are business. Ganan los otros.
  • La Patagonia es una construcción imaginaria elaborada por las agencias de viajes, las secretarías de turismo y demás poderes que han edificado el mito. Después lo venden aquende y allende. Y vienen esperando ver exactamente lo que les muestran. Hay miopías peores que la cortedad visual.
  • El glaciar P. Moreno, magnífico, una muestra de lo impresionante de la naturaleza, de la pequeñez humana...etc.,etc., etc.,etc. No quiero ser Pierre Menard.
  • Inmensidad y viento= Patagonia o ¿Patagonias?
  • Tuve la imperiosa necesidad de bajarme del micro en Esperanza, a mitad de camino hacia R. Gallegos. Mientras los pasajeros se dirigían al comedor, corrí hacia una pequeña loma donde el viento me aplanó la cara. Fue un signo de vitalidad. En el viaje, por un momento creí que la inmensidad que veía, de tan uniforme estaba pintada en la ventanilla. Viajar por la Patagonia se parece mucho a caminar por la cinta de Moebius.
  • La estepa patagónica es una paradoja a los ojos del caminante. Es la "movilidad-inmóvil".
  • En medio de la estepa y camino al mar releo a Chatwin y me pone un poco incómodo. Su precisión de cirujano para retratar el paisaje y su gente se torna hacia el final del libro un tanto opresiva. Chatwin con su prosa envidiable y la traducción castellana un tanto indeseable es frío, impasible, diría. Viene en busca de sus recuerdos y tiene pocos ojos para lo demás. Más allá de la aventura el lugar lo ponía incómodo, pero pensaba, tal vez, en su contrato editorial.
  • En Comodoro Rivadavia vi cómo la ciudad se divide en dos y el territorio delimita dos sociedades. Los de la costa y los de la ladera del cerro Chenque. La ciudad es una delgada cinta entre el mar y este cerro. En el llano las empresas, los comercios, los hoteles y una o varias clases sociales se apoderaron del sector y de la cercanía del mar. Los que llegaron al lejano sur se encontraron que la inmensidad es de los otros y sólo les quedó el cerro en el que buscar algo más o menos firme para que sus casitas no hagan tobogán ladera abajo o rogar que no llueva demasiado. De allá arriba tienen una gran vista del mar.

  • En Caleta Olivia encontré la casa. ¿Qué eras cuando no eras? ¿cómo eras cuando eras la infancia? Treinta años después, aquí frente a tu puera, al mundo primigenio que vieron tus ojos, pienso que si dios no juega a los dados es por lo menos un buen billarista.


(Foto de B. Etchegaray)

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