LEYENDAS DEL AJEDREZ

Caballo de ajedrez del siglo XII
“Demasiado juego para ser ciencia, demasiada ciencia para ser un juego”, así lo definió el gran filósofo y matemático Leibniz al ajedrez. Este juego ha acompañado a grandes porciones de la humanidad a lo largo de la historia y ha recorrido todos los continentes. Muchos estudiosos refieren que llegó a Occidente gracias a los árabes, que en su expansión y conquista lo trajeron a España y de allí se diseminó por el resto de Europa; otros manifiestan que el intercambio cultural con las Cruzadas provocó la llegada del juego a tierras europeas.

Lo cierto es que el ajedrez está íntimamente ligado a la literatura y hay innumerables escritores que han sido excelentes jugadores de ajedrez, baste nombrar a Teresa de Ávila, Goethe, Schiller, Tolstoi, Unamuno, Samuel Beckett, Jean Genet, Milan Kundera, Cioran, por ejemplo. También es cierto que el “juego-ciencia” ha sido incluido en diversos argumentos y también poemas.

Las leyendas que se tejen sobre el mismo son innumerables, hay una de origen celta, referida por Borges y Bioy Casares, en la que dos reyes enemigos disputan una partida mientras sus ejércitos combaten. Los mensajeros vienen a cada momento trayéndoles a ambos las noticias de la batalla, sin embargo ninguno de los dos les presta mucha atención. “Hacia el atardecer, uno de los reyes derriba el tablero porque le han dado jaque mate y poco después un jinete ensangrentado le anuncia: tu ejército huye, has perdido el reino".

Otra leyenda cuenta que los dos hijos de una reina, enemistados definitivamente por una mujer y el poder, se traban en una guerra fratricida con sus ejércitos. Uno de ellos muere en la batalla, el otro a pedido de su madre, inventa el ajedrez para mostrarle como fue la batalla en la que sucedió esa muerte.

Malba Tahan es un escritor y matemático brasileño que aunó sus dos pasiones en su libro más famoso, "El Hombre que calculaba". En una de las historias refiere la leyenda de la creación del ajedrez inventado por un joven brahmán para apaciguar la tristeza de un rey hindú quien había perdido a su hijo en una batalla. El joven le enseña las particularidades del juego y le hace entender al rey que a veces es necesario sacrificar alguna pieza para ganar finalmente la batalla.

El rey comprendió su error y aceptó la muerte de su hijo, y le dijo al joven que le daría la recompensa que él pidiese. El joven le pidió la siguiente recompensa: “por la primera casilla del tablero quiero un grano de trigo, por la segunda casilla quiero 2 granos de trigo, por la tercera casilla quiero 4 granos de trigo, por la cuarta casilla quiero 8 granos de trigos...” y así sucesivamente por las demás casillas, el rey ordenó que entregaran la recompensa inmediatamente y agregó que era un pedido muy poco digno de su generosidad. Cuando los sabios del rey quisieron calcular el número exacto de granos se dieron cuenta que era casi imposible y el joven se convirtió en millonario gracias a su inteligencia.

(La foto corresponde a un caballo de marfil de un juego francés del siglo XII que se encuentra en el museo del Bargello de Florencia)

Comentarios

Entradas populares