ASINCRÓNICOS


A juzgar por la cantidad de correos recibidos identificándose con la columna anterior, somos muchos y muchas los asincrónicos, los que vivimos dando respuestas a las situaciones cuando éstas ya pasaron. Verdaderos Aquiles no alcanzaremos con nuestras réplicas o acciones la tortuga de la realidad. Los desfasados/as, los que tenemos el reloj un tanto retrasado al parecer constituimos una verdadera legión.

Y como en vacaciones uno se permite todo tipo de elucubraciones ya que el tiempo es largo y las urgencias nulas, me dije: “quizás tendríamos que formar el club de los y las asincrónicos/as y llevar algún tipo de distintivo y así el común de los mortales nos identificaría y tendría consideraciones especiales con nosotros/as”.

Con alguna señal identificatoria que los demás comprendieran tal vez nuestra vida fuera mucho más exitosa. Y el caso de una estudiante asincrónica cuya respuesta al pedido de desarrollo del tema por parte del tribunal examinador fue poco convincente y todo acabó en fracaso, es posible que sabiendo los profesores de su asincronía tomaran su respuesta como un pequeño introito poco serio, y pasado un tiempo escucharían un excelente examen.

Casos como estos hay miles, me remito a mi propia experiencia y recuerdo a Laura, una pelirroja de ensueño, que perdí porque la declaración de amor jamás escuchada se me ocurrió diez minutos después que ella abandonara para siempre el umbral de mi puerta. Pienso que si ella hubiese sospechado mi desajuste temporal la historia posiblemente hubiera sido distinta.

Y esta es otra característica de la no fácil vida de los asincrónicos/as, la de estar yendo y viniendo a las islas del pasado y del futuro, mientras las aguas del presente apenas si nos mojan. Porque claro, además de lamentarnos por lo que perdimos (una oportunidad de trabajo, un amor, un viaje, etc.) nos lamentamos por lo que podría haber sido, ya que teníamos las armas necesarias para que esa situación se produjera. Así hay algunos asincrónicos/as que lamentan oportunidades desperdiciadas y lamentan aún más las consecuencias que no fueron y viven pensando que hoy serían científicos de la NASA, asesores ministeriales, gerentes ejecutivas, presidentes de empresas, modelos, estudiantes, locutoras, médicas, etc. Como imaginarán los lectores/as nuestra vida no es fácil.

Por eso retomo la idea de nuclearnos y de buscar una manera de identificarnos para intercambiar experiencias, hasta podríamos organizar un congreso de asincrónicos en el que se expusieran las respuestas y acciones geniales que se nos ocurrieron a destiempo, así tomamos nota y podríamos acercar un tanto la brecha que nos separa de la realidad. De todas mis experiencias yo contaría la del día en que di la prueba para violinista de la Filarmónica de Viena, elegí un fragmento de la sonata Nº 14 de Beethoven y mientras la ejecutaba recordé la tirria de los vieneses con este músico y comprendí que mi elección me había llevado a la ruina. Me di cuenta diez minutos después que la elección correcta para pasar la prueba era Mozart, algo que un mortal común hubiese hecho sin dudarlo.

Los asincrónicos somos una especie de exiliados del presente.

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