FÚTBOL Y POESÍA

Algunos sociólogos arriesgan la hipótesis que toda sociedad necesita de héroes y que en nuestra contemporaneidad ya no los hay al estilo de los griegos o medievales y por lo tanto son los deportistas quienes han tomado el rol de héroes actuales.

La poesía, desde sus más remotos orígenes, ha celebrado con su canto al héroe. También lo ha hecho con los deportistas. El poema que canta las virtudes del ídolo deportivo tiene ilustres antecedentes. Es en la literatura griega donde encontramos las primeras composiciones dedicadas a los ganadores de algunas competencias atléticas. El autor por excelencia que celebra la gloria de estos deportistas es Píndaro (542-448 a.C.) quien compuso una serie de odas celebratorias a Hierón, vencedor de una carrera de caballos, Arcesilao, ganador de una carrera de carros, Aristómenes, triunfador en la palestra y tantos otros.

Y es en el riel de esa tradición que habría que insertar la “Oda a Platko” de Rafael Alberti. En un encuentro entre la Real Sociedad y Barcelona, al que asistió el poeta, tuvo una destacada actuación el arquero húngaro Franz Platko, quien se retiró del campo con una herida en la cabeza que necesitó seis puntos para cerrarla; a pesar de eso Platko volvió al juego provocando la admiración del autor de “Marinero en tierra”. Aquí alguno de sus versos: “Nadie se olvida, Platko,/no, nadie, nadie, nadie,/oso rubio de Hungría./(...) Ni el mar, ni el viento, Platko,/ rubio Platko de sangre,/guardameta en el polvo,/pararrayos...”


También el español Miguel Hernández escribió una elegía para su amigo Lolo, arquero en Orihuela. “...Te sorprendió el fotógrafo el momento/ más bello de tu historia/ deportiva, tumbándote en el viento/ para evitar victoria,/ y un ventalle de palmas te aireó gloria”.

Humberto Costantini, uno de los mejores cuentistas de la literatura argentina dejó en un poema su pasión y estigma por ser hincha de Estudiantes de la Plata: “Uno vivió humillado y ofendido,/ se sintió negro, paria,/ risible minoría/ adventista, croata/ o bicho raro./ Uno aguantó silencios,/ miradas bocayunior,/ sonrisas riverplei y/ condolencias...”

El poeta Roberto Santoro (desaparecido en la última dictadura militar) dedicó un libro a estudiar la relación literatura-fútbol, y por supuesto, también escribió poemas sobre este juego: “...levanta el balón/lo empuja/si lo resbala/lo mima con una gana/ lo enrolla con otro pie/ le da una vuelta/ en el aire/ de taco que ni se ve...”

Otro poeta, Carlos Ferreira, rememora los años de simbiosis entre el fútbol y la escuela: “ ...Se escaparon los años entre bancos de escuela./ Aprendí que el planeta era número cinco,/ que a los ángulos rectos el arquero no llega,/ que con cero uno puede irse a marzo/ o perder un partido que ya estaba empatado...”

Y para concluir, un fragmento del poeta chileno Samuel Orellana en el que parodia un poema de Neruda: “Sube a nacer conmigo, Zamorano./Dame la mano desde la profunda/ zona de los goleadores expulsados./No volverás del fondo de las redes./No volverás del túnel subterráneo./No volverá tu frente endurecida./No volverá tu acento castellano./ Sube a nacer conmigo, Iván Bam Bam/ Zamorano”.

La poesía y el fútbol, dos juegos, dos pasiones.

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