LITERATURA Y EXILIO VI (bis)

“El exilio no es una invención reciente en la América Latina: toda su historia independiente de siglo y medio largo ha estado acompañada por obligados desplazamientos del equipo político e intelectual de los diversos países, que encontró en estados vecinos y en Europa, temporaria acogida mientras en sus patrias se hacía imposible su tarea”.Así sintetizaba Ángel Rama una nota característica del continente.

Recorrer la narrativa y la lírica latinoamericana en el que se atisban las huellas del exilio es un sendero que se pierde a lo lejos en el tiempo; sí me permitiré seguir señalando algunos mojones que la memoria, con toda su arbitrariedad, arrima con voz de susurro al momento de la escritura.

Varios fueron los exilios de Pablo Neruda, innumerables los poemas en lo que esa lejanía, ese arrancar de la tierra, se tornan palabra dolorosa, rabia quemante o esperanza de reencuentro. “Oh Chile, largo pétalo/ de mar y vino y nieve,/ ay cuándo/ ay cuándo y cuándo/ me encontraré contigo,/ enrollarás tu cinta/ de espuma blanca y negra en mi cintura,/ desencadenaré mi poesía/ sobre tu territorio”.

La dictadura chilena de los 70 provocó el exilio de numerosos escritores y poetas, quisiera referirme a una novela atípica en el tratamiento del tema, me refiero aCobro revertido” de José L. Urbina. El protagonista en un exiliado chileno que vive en Canadá junto a otro grupo de exiliados, algunos provenientes de África. La novela se construye en una ida y vuelta del presente al pasado mediante los recuerdos que son liberados por la muerte de la madre. “Su madre está muerta y ahora tiene que sentir que su madre ha muerto [...], allá lejos, en el país que todos sueñan como una mezcla de imágenes infantiles, chistes adolescentes y frustraciones de adultos expulsados de una especie de paraíso problemático, no para sociólogos sino para mitólogos, donde uno ya no puede enterrar ni a su madre como el resto de la gente porque el Tata Dios General Augusto Pinochet cerró la puerta a nuestras espaldas”.

También Paraguay ha tenido su cuota de escritores exiliados, entre ellos viene rápidamente a la memoria Augusto Roa Bastos, el autor de “El fiscal”. En esta novela el protagonista es un exiliado paraguayo del que sólo conocemos un nombre falso (Félix Moral) y que planea desde el exilio matar al dictador Stroessner. El personaje es de gran hondura y condensa las tribulaciones, exaltaciones y esperanzas de los exiliados.

El pueblo guatemalteco ha sufrido a lo largo del siglo XX varias dictaduras que han provocado la expulsión de grandes escritores, dos de ellos murieron fuera de la patria: Augusto Monterroso y Luis Cardoza y Aragón. Este último padeció varios destierros, e definitivo se prolongó desde 1954 hasta su muerte en México en 1992. Cardoza y Aragón fue el referente máximo de la Guatemala democrática y peregrina. Aquí un poema: “He vivido casi toda mi vida lejos de mis cielos./ Pero mis pies están marcados en los códices,/ en la voz profunda de mi pueblo./ Camino sobre el mar y las nubes que me traje:/ son mi tierra firme./ ¿Quién me la puede quitar?”


Luis Cardoza y Aragón y Miguel Ángel Asturias

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