EL POLICIAL NEGRO


Hablamos en el texto anterior de la operación editorial que Ricardo Piglia realizó en Tiempo Contemporáneo con su colección “Serie Negra”. Veamos ahora algunas características de esta vuelta de tuerca al género policial.

La novela hard-boiled o novela noir es la literatura urbana y social por excelencia -no confundir con realista- del siglo XX que la alumbró. En sus mejores páginas hay una sociedad que gira en torno al crimen y la violencia, que tiene en el mal su mecánica vital. Una sociedad retratada -resolviendo un misterio, haciéndose preguntas- desde el punto de vista de un individuo, a menudo un detective o un delincuente, siempre un inadaptado, un antihéroe que recibe continuos golpes como si estos fueran el precio de su aparente marginalidad del aparato colectivo.

El policial negro es en el fondo un relato ambiguo en varios planos, en la trama, en la filiación de los personajes, en la mirada sobre la sociedad. "¿Qué es robar un banco comparado con fundarlo?’, decía Brecht y en esta pregunta está la mejor definición de la serie negra que conozco", así caracterizaba al género Piglia.

Las derivaciones del policial negro en la literatura argentina han sido fecundas, principalmente en la novela. A lo largo de los años 70' hubo una serie de novelas que tomaron muchos elementos de policial negro, pero hay que hacer una salvedad. Los escritores argentinos recibieron no sólo la influencia de autores clásicos como Hammett, Chandler, Mcoy, etc; sino también la fuerte influencia que tuvo el cine norteamericano de los 40' y los 50', muchos de cuyos filmes estaban escritos por autores del policial duro.

En los primeros años de la década del 70' hay un florecimiento del género gracias a la publicación de un conjunto de novelas notables, a modo de ejemplo cito sólo algunas: Triste, solitario y final, de Osvaldo Soriano; El agua en los pulmones y Los asesinos las prefieren rubias ambas de Juan Carlos Martini; Los tigres de la memoria de Martelli; Noches sin lunas ni soles de Rubén Tizziani; Su turno para morir de Alberto Laiseca; Ni el tiro del final y Últimos días de la víctima de José Pablo Feinmann; Luna caliente de Mempo Giardinelli.

El policial duro ha continuado dando muy buenas obras que llegan hasta la actualidad, como es el caso de Lanús de Sergio Olguín, la mayoría han sido novelas aunque rescatamos un volumen de cuentos de Jorge Manzur titulado Serie Negra. Debemos también rescatar El simulacro de Álvaro Abós, uno de los mejores textos que dio el género en la década del 90'. Para finalizar esta arbitraria y caótica enumeración destacamos dos autores, Pablo de Santis, autor de La traducción y El calígrafo de Voltaire , en esta última hay un cruce entre elementos del policial y el gótico, ambos ya presentes en Poe. Queda por nombrar a Antonio Dal Masetto, quien en su novela Bosque, vuelve a las fuentes del género negro y consigue un relato singular.

La influencia del hard-boiled está presente en gran parte de la producción novelística argentina de la actualidad. Esa influencia está dada por los temas, el ambiente o el culto a los perdedores, personajes propios del policial negro.

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