HUGO Y DIOS

Los escritores son pequeños dioses para sus obras, son sus artífices; y echan a andar al mundo una serie de personajes que viven en los lectores a veces con más nitidez que algunas personas de carne y hueso.
Pequeños dioses. Sus creaciones terminan eclipsadas, olvidadas por la figura de su creador; o bien sucede que de un dios de pacotilla surgen mundos espléndidos.
Hubo un escritor que en su tiempo fue dios, a la manera del dios cristiano: único y excluyente. Dios se llamó Víctor Hugo.
Abarcó todos los géneros literarios de su tiempo, escribió poesía, teatro, novelas, ensayos, artículos periodísticos, y actualmente se está revalorizando su obra pictórica, que en muchos casos presenta una verdadera innovación en la composición y en las técnicas. Dominó todo el firmamento literario de Francia durante más de 50 años.
Además Hugo se creía dios, creía que el artista tenía un don especial, y que por él hablaba ese espíritu universal que alentaba en el mundo. El poeta era una especie de mediador para comunicar ese espíritu al resto de los hombres.
El movimiento romántico francés sería algo muy distinto sin Hugo. Desde aquella lejana fecha del estreno de Hernani, la obra teatral que rompió los moldes clásicos en nombre de la estética romántica, y que generó una verdadera trifulca en el teatro entre clasicistas y románticos.
Dos términos caracterizaron a ese torrente verbal: libertad y vitalismo. Libertad en lo político, defensor de las libertades individuales, del sufragio universal, enemigo de dictadores, pagó con 19 años de destierro la defensa de sus convicciones. Libertad en lo artístico, rompió las reglas del teatro clásico, en sus novelas incorporó todos los géneros, también renovó la poesía en lo temático y en lo formal.
Vitalismo, qué otra cosa es quien a los 74 años se da el lujo de exclamar "apenas comienzo mi carrera". Un escritor que no dejó un solo hueco de la sociedad por llenar; la revolución industrial, la nueva burguesía, el proletariado urbano, los ideales de libertad, la democracia.
La influencia de Víctor Hugo en su época fue enorme; en nuestro continente es imposible pensar el modernismo sin Hugo. En Martí fue no sólo un faro poético, sino también una guía política en ciertos momentos. Rubén Darío reconoció su deuda con el francés en varios poemas.
¿Qué queda de Víctor Hugo hoy? Sorprendentemente mucho. "Los Miserables", esa novela en la que caben todos los géneros y que es histórica, social y en el fondo plantea el tema de la libertad y del destino, sigue atrayendo lectores pese a las casi 1000 páginas y ha sido adaptada para diversos espectáculos.
"Nuestra señora de París", ese fresco medieval sorprendente por la erudición y la pintura de época, escrita en un estilo en el que abundan las metáforas y las imágenes grandiosas. Quasimodo es hoy un personaje popular entre los niños por la versión de Disney.
Francia ha celebrado los doscientos años de su nacimiento, ocurrido el 26 de febrero de 1802. Como los dioses, Hugo nos advierte, de vez en cuando, que siempre está.

Comentarios

Entradas populares