CEREMONIA NOCTÁMBULA
Escribir es un rito. Una ceremonia secreta que ocurre entre quien escribe y lo escrito. Algunos elementos de esa ceremonia han cambiado; desde la olvidada pluma de ganso y el tintero, luego la pluma ya de metal, después la lapicera fuente con el cargador incluido y su tintero, por último aquellas del menos artesanal cartucho. Pasó el tiempo y el rito se vulgarizó cuando algunos escritores utilizaron la birome. Después llegó el turno de las máquinas, la de escribir, denostada por unos y ensalzada por otros, y finalmente las estrella de los tiempos modernos: la computadora.
El otro elemento del rito es el lugar donde se plasma la escritura: el papel. Hay algunos que con morosidad preparan sus cuartillas, en algunos casos oficio, otros tamaño carta; también hay quienes lo hacen en cuadernos o en libretas como Eduardo Galeano, el autor de "Las palabras andantes". Otros como Mujica Láinez lo hacían en libros de actas o el colmo, alguna vez Roberto Arlt escribió en papel de estraza, ése que se usaba para envolver el pan o el fiambre en el almacén. La computadora elimina por completo este elemento, no más textura, no más olor a papel nuevo pero rapidez e infinitas comodidades de corrección.
Todo escritor o escritora con los elementos del rito realizan una ceremonia personalísima. Cada escritor convoca a las musas desde ambientes diferentes. Muchos prefieren la noche, como es el caso de Jorge Edwards, novelista chileno y autor de "Adiós poeta", una excelente biografía sobre Neruda. Edwards, en sus comienzos, cuando terminaba su labor en la embajada subía a su cuarto y durante horas robadas al sueño les daba vida a sus personajes de ficción.
Balzac enfundado en su larga camisola de dormir escribía hasta el alba, ayudado por litros de café que sostenían su inmensa humanidad despierta. Osvaldo Soriano, el autor de "Una sombra ya pronto serás", y la compañía noctámbula de los gatos que le hacían la noche más corta frente a la computadora.
Antonio Di Benedetto, el escritor mendocino compuso "El silenciero", y muchos de sus libros en la noche, evitando que el menor ruido, y en esto era obsesivo, perturbara su labor de escritura.
Faulkner escribió "Mientras agonizo" en seis semanas, en la noche mientras tenía a su cuidado una caldera de una planta de energía eléctrica, entre una paletada de carbón y otra, en el sonido monótono de la caldera se fue gestando esa novela.
De noche y en medio del bullicio de la gente, en los bares, ése es el sitio elegido por César Aira, autor de "La villa" y también por Federico Andahazi, quien escribió "El anatomista".
Los poetas son los noctámbulos por naturaleza, desde el romanticismo las musas parece que visitan de noche. Rilke, el poeta de "Elegías de Duino" compuso este libro durante varias noches en la soledad de un castillo medieval y con el mar como música de fondo.
Entre los poetas argentinos, Nalé Roxlo, Raúl G. Aguirre, Raúl González Tuñón tenían especial predilección por la noche.

Comentarios

Entradas populares