LOS CAFÉS EUROPEOS
La prisa del mundo cotidiano ha terminado con una costumbre entrañable, la rueda del café, en esos locales en los que el mundo exterior apenas existía. El arte y la literatura en general en los dos últimos siglos se han gestado y desarrollado envueltos en el exquisito aroma de un café.
Siempre los artistas tuvieron su punto de reunión en donde el tiempo hacía un recodo y uno departía con los amigos, colegas de temas tan disímiles como estrafalarios. También se perdió en el tiempo las tertulias en las que determinados grupos se reunían para hablar, en este caso específico de literatura, muchas veces guiados por una figura que coordinaba y concitaba la atención del resto de los contertulios.
El café es un ámbito de comunicación de persona a persona, un lugar real en el que nos movemos, a pesar de todas las urticarias que presenta la palabra "real". Hoy la moda es el cibercafé, pero internet en el fondo es una distracción de solitarios, o un encuentro en un no lugar.
En Europa aún se conservan locales que guardan las voces de ilustres hombres y mujeres que ayudaron a cimentar la fama de estos locales en diferentes países.
El primer café de la historia nació en Venecia el 29 de diciembre de 1729, su dueño, Floriano Francesconi lo instaló en la plaza de San Marcos. Ése es el lugar del mítico "Caffé Florian", con sus elegantes salones que aún hoy se conservan y tomar un café allí es estar sentado, quizá en la mesa en la que alguna vez se sentaron Lord Byron, el poeta romántico inglés; Marcel Proust, autor de la saga "En busca del tiempo perdido" o el novelista Charles Dickens.
Un inmigrante griego inaugura en Roma el "Caffé Greco" en 1760, desde ese momento se convirtió en el favorito de los literatos y músicos locales y extranjeros. El poeta Keats y el escritor alemán Goethe, autor del "Fausto" protagonizaron en sus mesas y reflejaron en sus grandes espejos acaloradas discusiones literarias. A la luz de sus veladores de mármol Wagner esbozó muchas de sus partituras.
Para muchos el existencialismo francés nació en el barrio parisino de Saint Germain des Prés, y acotando más los espacios, en el venerado "Café de Flore". Allí Simonne de Beauvoir y Jean Paul Sartre tenían su tertulia. Este café, centro de peregrinación de todos los sartreanos, sigue conservando mezclado con el aroma del café y el humo del tabaco, también el aroma filosófico que la pareja le impregnó por años.
Si hay un café símbolo en Madrid ése es el "Gijón", fundado a finales del siglo XIX.. Camilo José Cela, el autor de "La familia de Pascual Duarte" era un habitué del lugar, otros autores que establecieron sus tertulias en sus mesas señoriales fueron el poeta Gerardo Diego, el dramaturgo Antonio Buero Vallejo y todavía hoy anda por allí el escritor Antonio Gala. Para muchos el "Gijón" es el último sobreviviente de una larga tradición de cafés literarios madrileños.

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