QUIJOTADAS

Enrique Romero Santana, pintor andaluz contemporáneo
Ahora que el almanaque se adelgaza y desciende sus dos últimos peldaños, y la fiebre celebratoria por los cuatrocientos años (que ha provocado hemorragia de artículos, libros, nuevas ediciones, congresos, homenajes, etc.) ha vuelto a niveles normales; quizás convendría, digo, compartir algunas notas sueltas sobre “el Quijote” de Cervantes:

  • Acercarse, desde lo físico a la novela es ya un síntoma de coraje, impone respeto, es que mil páginas, como mínimo, para cualquier lector moderno es sinónimo de huida. Ni qué hablar cuando ingresamos a su texto, las dificultades que tenemos para comprender el lenguaje del siglo XVI y el contexto de la época hace que renunciemos a la aventura.
  • Por eso el Quijote no es una obra “fácil”, no tiene por qué serlo, supone un entrenamiento de lector, de lo contrario será un intento frustrado a la fortaleza de sus secretos. Muchas veces he oído expresiones como “no se entiende nada”, “es reaburrido”, “un plomazo”, expresiones con las que descalificamos lo que no entendemos y cuando uno les pregunta a esas personas cuántas horas dedica por semana a la lectura de ficción, la mayoría duda si algunas o ninguna.
  • El Quijote es una novela para lectores maratonistas, lectores que tienen un largo y apasionado gusto por la literatura; para los advenedizos el pasaje es muy estrecho.
  • “El Quijote” puede pensarse también como un libro sobre la lectura y es el propio Quijote el lector ideal, el lector que todos los escritores quieren, aquél que cree a tal punto la ficción que resuelve vivirla con toda su persona. El lector por antonomasia, el que pone el cuerpo y desconcierta a los demás tanto que deciden llamarlo “loco”.
  • Desconcierto produjo su autor en el mundillo intelectual de su tiempo, Cervantes, nacido en 1547, al publicar “El Quijote” tenía ya cincuenta y siete años, era un hombre viejísimo para la época (el promedio de vida no superaba los cuarenta), y en la consideración de sus pares ya había dado todo lo que se podía esperar de él: algunas piezas menores y la novela pastoril “La Galatea”. Cuando aparece “El Quijote” y tiene tal éxito de público, los demás se sorprenden y se preguntan cómo este vejestorio, ya casi olvidado para la literatura saca una obra genial; los odios, envidias e intrigas no se hacen esperar.
  • Sobre el origen del nombre “Quijote”, nombre con que se bautiza el protagonista Alonso Quijano, Quijada o Quesada hay varias conjeturas, Para algunos críticos la terminación “-ote” se destina muchas veces a términos ridículos o risueños por lo que la combinación “Don Quijote” podía resultar graciosa debido a que el término “Don” sólo era aplicado a los caballeros. Para otros el nombre proviene de una pieza de la armadura caballeresca que cubría el muslo.
  • La cárcel es un territorio conocido por Cervantes y siempre se habla de sus numerosas estadías—en Argel, en Sevilla, por ejemplo—como los sitios donde pudo haber imaginado “El Quijote”; pocas veces de la cárcel como el lugar del delito.


(Grabado en madera sobre Quijote, posiblemente finales del S. XVII)

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