FÚTBOL Y LITERATURA


“Qué aburrimiento los domingos, ahora que se termina el campeonato”, oí que le dijo un adolescente a otro minutos antes que el equipo del colegio del maestro Isaac Newell saliera campeón. Se sabe, la pasión por el fútbol de los argentinos es famosa en el mundo. Y es por eso que este juego tiene una fuerte densidad temática en nuestra literatura.

“Perturbación o afecto desordenado del ánimo.// Inclinación o preferencia muy vivas de alguien, en este caso por un equipo de fútbol.// Apetito o afición vehemente a algo.// Acción de padecer.” Estas acepciones de la palabra pasión pintan por completo el mundo sentimental del hincha de fútbol. La fiesta y el drama forman parte esencial de ese sentimiento. El éxtasis y la locura, risa y llanto por igual. Tenían razón los griegos cuando decían que quien era ganado por la pasión era alguien fuera de sí, era otro; y lo justificaban con el argumento que un dios se había apoderado por un momento de su persona.

No es el propósito de este amanuense adentrarse en los vericuetos de la sociología y la psicología del hincha. Simplemente recordar que es legendaria nuestra pasión por este juego como legendario es su origen en nuestras tierras.

Dicen los estudiosos que el primer partido de fútbol jugado en nuestro país fue el 20 de junio de 1867 en el aristocrático Buenos Aires Cricket Club. El partido fue ocho contra ocho ya que algunos hombres se negaron a ponerse los cortos debido a la intimidatoria presencia de las damas.

El fútbol tuvo un origen “cajetilla”, vino de Inglaterra exportado por los empleados de las innumerables empresas británicas que funcionaban en el país. Los ingleses no sólo trajeron sus empresas, también llegaron sus colegios y su educación. Argentina a la luz de esta época dependía y copiaba fielmente a Inglaterra. Según Osvaldo Bayer, el autor de “La Patagonia rebelde”, hasta la gomina se traía de las islas británicas.

Es en los selectos colegios ingleses donde los jóvenes practican deporte, entre ellos el fútbol, junto a las demás disciplinas académicas. Los gobernantes argentinos, siempre a la zaga de los ingleses, adoptan en 1889 la práctica de deportes en las escuelas públicas. Lentamente se estaba dando el paso de un deporte de clase alta a un deporte popular, aunque todavía deberá pasar mucho tiempo.

Es en la lengua donde el origen inglés del juego se ve con claridad, aunque con algunos cambios un tanto inexplicables en la fonética de los argentinos. Muchos hinchas insultan al “linema” (lineman) por un “orsai”(off side) mal cobrado; o recuerdan a la madre del “refer” (referee) por una expulsión, reclaman “corner” para una pelota que debe patearse desde la esquina del campo o bien un “ful”(fault) al delantero.

En sus comienzos el inicio del partido estaba dado por una ceremonia; quien iba a mover el balón preguntaba “¿All ready?” y los contrarios respondían “¡Yes!”. Cuando los argentinos se apropian del juego siguen con la ceremonia, aunque ahora sus palabras carecen de sentido ya que preguntaban “¿Aurrieri?” y los contrarios respondían “¡Diez!”.

Como se ve cada pueblo resignifica las influencias.

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