LA REDONDA Y EL BANDONEÓN

Los dos se estrenaron casi al mismo tiempo por el Río de la Plata. Uno venía de Inglaterra y era un deporte elitista jugado por los “nenes bien” en los selectos colegios sajones de una ciudad que lentamente se convertía en cosmopolita; el otro había nacido en las orillas de la otra Buenos Aires, en la atmósfera violenta del compadrito, del cabaret, y por años llevará ese estigma de clase.

Sin embargo, lentamente y con los años, el fútbol caminó hacia los arrabales y se quedó para siempre en la cotidianeidad de sus habitantes. El tango viajó hacia el centro y despacio fue conquistando los barrios de clase media y las zonas “bacanas” hasta llegar a la mismísima calle Corrientes.

La música de Buenos Aires y el fútbol florecieron juntos. El corte y la quebrada se unieron a la gambeta. No faltaron los cruces entre el juego y la música.

Un dato curioso, citado por un experto en el tema deporte-cultura, Jesús Castañón Rodríguez, revela que Raimundo “Mumo” Orsi, jugador que defendió los colores albicelestes en el primer mundial de fútbol y que luego fue campeón del mundo con Italia, era un eximio ejecutante de violín e integraba una orquesta típica. Pocos futbolistas conocieron la noche porteña como José Manuel “Charro” Moreno y pocos como él supieron moverse al compás del dos por cuatro.

Del otro lado, muchos músicos y cantantes eran apasionados por el fútbol. Uno de ellos era, por supuesto, Carlos Gardel, fanático de Rácing Club, que pasaba los domingos entre los “burros” y la cancha. Y fue el “Morocho” quien popularizó el tango “Patadura” cuya letra pone en evidencia lo poco dotado que está el protagonista para jugar al fútbol y sus ambiciones desmedidas, quiere ser un defensor como Seoane, hacer goles de media cancha como Tarasca y “ser como Ochoíta, el crack de la afición”.

Allá por la década del 30, el tango comenzó a cantarles a los nuevos héroes domingueros. Así tuvieron su tango, Antonio Sastre y Orsi de Independiente; “Pancho” Varallo y Natalio Pescia de Boca; José Manuel Moreno de River; fue Bernabé Ferreyra, el mítico delantero de la banda roja quien se llevó los éxitos más resonantes con dos tangos que destacaban sus dotes de goleador y su tremenda potencia física.

Aunque el tango ya no tiene el arrastre popular de la primera mitad del siglo XX, se siguió componiendo a los ídolos actuales, así hubo algunas piezas dedicadas a Maradona y Bochini por ejemplo.

El tango también supo sintetizar y transmitir las emociones, las vivencias y los sueños que este juego genera en la gente común. Así hubo notables éxitos que tienen como protagonistas a los chicos. Uno de ellos es “Déjelo, señora” que retrata a un pibe que tiene “los zapatos rotos de tanto jugar” y la madre cansada de llamarlo lo va a buscar. Otro éxito en los años 40 fue “El sueño del pibe”, el protagonista le asegura a su madre que va a ser como Martino, Boyé, y otros cracks de la época.

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