LOS CANTOS FUTBOLEROS


(Fin del intervalo de vacaciones, retomo la serie relacionada con el fútbol)
Decíamos en la columna anterior que las influencias culturales, en este caso la del fútbol, nunca son recibidas tal cual sino que siempre el pueblo receptor las adapta y las resignifica. Eso sucedió como ya lo ejemplificamos, con muchísimas palabras propias del juego tomadas del inglés.

Todavía la gente mayor habla del “centrofóbal” (centrofoward), “centrojás” (centrohalf) cuando se refiere a determinadas posiciones de los jugadores dentro del campo de juego; o que son simpatizantes de determinado “cuadro”, adaptación del italiano “scuadra”.

Y si de adaptaciones hablamos, nada mejor que aquellas que realizan las hinchadas de diferentes canciones para alentar a sus equipos. En este rubro los hinchas argentinos se distinguen de los demás en la variedad y en el ingenio de los cánticos. Esto lo corrobora el poeta Horacio Salas “las coplas futbolísticas se pueden cantar porque tienen la rima sonora y la medida precisa para que una barra se entusiasme, aliente, ensordezca y festeje ...”.
Con una delantera así, todo equipo gana
Van aquí algunos ejemplos: “Tu corazón, nena,/tu corazón,/tiene los colores/ de Boca campeón”, (El camaleón, de Chico Novarro). “Ya todos saben/que en la Boca/ están de luto,/ son todos negros,/son todos p...”, (Vos sos un caradura, de Palito Ortega). “Tantas veces fui preso/tantas veces lloré por vos/ yo al cuervo lo quiero/ lo llevo dentro del corazón”, (La reina de la canción, de La Joven Guardia). Una publicidad del gobierno de Isabel Perón prestó su ritmo para uno de los cantos más populares: “Vamos, vamos Argentina,/ vamos, vamos a ganar/ que esta barra quilombera/ no te deja, no te deja de alentar”.

Muchas de estas coplas futboleras fueron recogidas por el poeta Roberto Santoro en “La literatura de la pelota”. Rescato una adaptación hecha por la barra de Racing a pocos días del golpe militar del ’55 y la prohibición del peronismo: “Los muchachos ranciguistas/ todos unidos triunfaremos/ y como siempre daremos/ un grito de corazón:/ Racing campeón, Racing campeón”.

Las letras y los ritmos del rock han servido de inspiración también a estos poetas populares y anónimos. “Y dale alegría, alegría a mi corazón./ Es lo único que te pido al menos hoy./ Y dale alegría, alegría a mi corazón,/ tenés que poner más huevos para ser campeón...”, (Dale alegría a mi corazón, de Fito Páez). También han sido adaptados León Gieco, especialmente el tema “Sólo le pido a Dios”, Los auténticos decadentes y otros más.

Algunas de estas canciones se reciclan, como la inmortal “Y ya lo ve/ y ya lo ve/ es el equipo de José”, entonada por la hinchada de Rácing campeón del mundo del ’66 que ahora la entonan los hinchas argentinos cuando juega—y bien—la selección, debido a la coincidencia onomástica de ambos entrenadores.

Concluye Horacio Salas: “Pese a la crisis y a la declamada tristeza de los argentinos los cánticos continúan domingo tras domingo en los estadios, sobre los compases de las nuevas canciones. De alguna manera y sin saberlo estos modestos poetas anónimos siguen la tradición de los payadores, capaces de improvisar (...) sobre la vida, la muerte, la soledad y el tiempo”.

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