MUJERES Y ESCRITURA


“No hay peor ciego que el que no quiere ver”, dice el refrán y es estrictamente cierto cuando miramos hacia el fondo de la historia literaria no sólo en los países de lengua castellana sino de cualquier país. Lo que se revela en esa inmersión cual un buzo hacia las profundidades de un mar revuelto y oscuro es una ausencia, no un vacío; un ocultamiento, no una carencia; una esclusa y no un fluir. Y esa ausencia producto de un ocultamiento guiado por una determinación exclusoria es ni más ni menos que el de las mujeres escritoras a lo largo de los siglos.
Esto no es casualidad sino que proviene de una mirada masculina de la historia literaria y también de la consideración de la mujer a lo largo del tiempo y sus dificultades por ser, en primer lugar, independiente y luego para ejercer su oficio. Porque mujeres hubo desde siempre que sortearon estas dificultades y escribieron, pero sus escritos se ocultaron o desaparecieron por múltiple motivos (escaso interés, poca valoración, vergüenza familiar, etc.).
En cuanto a la consideración de la mujer hay dos ideas fuertes que conllevan una importante dosis de misoginia (del griego: misein=odiar  y gyne=mujer). La primera proviene de la antigüedad clásica, y está en el mito recogido por Hesíodo  quien cuenta que Prometeo le robó el fuego a los dioses para dárselos a los hombres, Zeus enojado decidió enviar a la tierra una desgracia: Pandora, la primera mujer. De Pandora y su caja salieron todos los males que terminaron con la felicidad de los hombres. Además se caracterizaba por tener “alma de carne y carácter engañoso y embustes y blandas palabras”.
La segunda idea la encontramos en la Biblia y focaliza en Eva la pérdida del paraíso, o el origen de todos los males. Una epístola del apóstol Pablo a Timoteo expresa muy bien esta consideración de la mujer: porque no permito a una mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Pues Adán fue formado primero; después, Eva. Además, Adán no fue engañado; sino la mujer, al ser engañada, incurrió en trasgresión. Sin embargo, se salvará teniendo hijos, si permanece en fe, amor y santidad con prudencia.” Vemos que además de llevar el estigma de la culpa, Pablo propone el “disciplinamiento” de la mujer en la comunidad mediante el látigo de la salvación eterna.
Volvamos nuevamente al mundo clásico. No es de extrañar que Aristóteles en varias de sus obras tenga una concepción similar de la mujer desde un punto de vista, si se quiere y siendo generoso, pseudo científico. Así en “La reproducción de los animales” el filósofo de Estagira asevera: “El hombre y la mujer son diferentes en la posesión de la habilidad y la falta de esa habilidad. El hombre tiene la facultad de formar, formular y eyacular la esperma que contiene el origen de la vida la mujer recibe la semilla pero no tiene la habilidad de formular y eyacular tal vida.” Esta consideración está prefigurando el rol pasivo y secundario que toda fémina debía ocupar en la sociedad.
En Grecia la función de la mujer era esencialmente la de dar hijos a la “polis” y administrar el hogar, su desarrollo era casi con exclusividad en este espacio privado y aquella mujer que se recluía en él era vista con buenos ojos por la sociedad. El espacio público era el lugar de los hombres y solo podían compartir de igual a igual el espacio sagrado, el de la religión; aunque aquí las mujeres, si bien muy importantes, eran un grupo poco numeroso.
Eurípides expresa muy bien la situación de la mujer en boca de alguien excepcional como Medea: “Un hombre, en cambio, cuando se hastía de convivir con los de dentro, yéndose fuera, calma el fastidio de su corazón, tras dirigirse a casa de un amigo o de uno de su edad. Para nosotras, al contrario, es forzoso dirigir la mirada a un solo hombre. Dicen que nosotras pasamos en nuestros hogares una vida carente de peligros, mientras que ellos combaten con la lanza. Pero razonan con torpeza. Que tres veces preferiría yo permanecer junto al escudo, antes que tener un solo parto.”
Descubro mi torpeza de buceador en las aguas de la literatura escrita por mujeres, he andado dando vueltas y no te he hablado de ninguna de ellas. Espero tener mejor suerte la próxima.

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