MUJERES Y ESCRITURA
“No hay peor ciego que el que no quiere ver”,
dice el refrán y es estrictamente cierto cuando miramos hacia el fondo de la
historia literaria no sólo en los países de lengua castellana sino de cualquier
país. Lo que se revela en esa inmersión cual un buzo hacia las profundidades de
un mar revuelto y oscuro es una ausencia, no un vacío; un ocultamiento, no una
carencia; una esclusa y no un fluir. Y esa ausencia producto de un ocultamiento
guiado por una determinación exclusoria es ni más ni menos que el de las
mujeres escritoras a lo largo de los siglos.
Esto no es casualidad sino que proviene de
una mirada masculina de la historia literaria y también de la consideración de
la mujer a lo largo del tiempo y sus dificultades por ser, en primer lugar,
independiente y luego para ejercer su oficio. Porque mujeres hubo desde siempre
que sortearon estas dificultades y escribieron, pero sus escritos se ocultaron
o desaparecieron por múltiple motivos (escaso interés, poca valoración,
vergüenza familiar, etc.).


Volvamos nuevamente al mundo clásico. No es de extrañar que
Aristóteles en varias de sus obras tenga una concepción similar de la mujer
desde un punto de vista, si se quiere y siendo generoso, pseudo científico. Así
en “La reproducción de los animales” el filósofo de Estagira asevera: “El hombre y la mujer son diferentes en la posesión de la habilidad y la falta de esa habilidad.
El hombre tiene la facultad de formar, formular y eyacular la esperma que
contiene el origen de la vida…
la mujer recibe la semilla pero no tiene la habilidad de formular y eyacular tal vida.” Esta consideración
está prefigurando el rol pasivo y secundario que toda fémina debía ocupar en la
sociedad.
En Grecia la función de la mujer era esencialmente la de dar hijos a la
“polis” y administrar el hogar, su desarrollo era casi con exclusividad en este
espacio privado y aquella mujer que se recluía en él era vista con buenos ojos
por la sociedad. El espacio público era el lugar de los hombres y solo podían
compartir de igual a igual el espacio sagrado, el de la religión; aunque aquí
las mujeres, si bien muy importantes, eran un grupo poco numeroso.

Descubro mi torpeza de buceador en las aguas de la literatura escrita
por mujeres, he andado dando vueltas y no te he hablado de ninguna de ellas.
Espero tener mejor suerte la próxima.
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