MUJERES Y ESCRITURA V
Fueron los humanistas a fines del siglo XIV y
durante la centuria siguiente quienes se encargaron de rotular el tiempo que
les precedió como “edad oscura”, con un sentido incuestionablemente peyorativo.
Después la historia y sus usos acuñaron el nombre de “Edad Media” para un
periodo que está entre la Antigüedad y la Modernidad; con un detalle, si se
quiere relevante, ese puente es casi más
largo que las supuestas edades que une. Es evidente que tampoco el nombre le
hace justicia; máxime si nos adentramos en esa pretendidaoscuridad descubriremos
un mundo fascinante, variado, rico, denso, creador de maravillas humanas que nos
han enriquecido como hombres, algunos de cuyos ladrillos han servido para
levantar el edificio de la modernidad.
Hay que hacer una concesión, acuerdo con los
humanistas al llamar desde un particular punto de vista “edad oscura” a esta
etapa, pero la llamo por razones muy diferentes de estos, entre ellas es
posible que el rótulo sea pertinente cuando hablamos de la mujer en este
periodo. Claro, si Agustín de Hipona,que es uno delos grandes intelectuales del
mundo medieval y representante de la institución más poderosa de este mundo
sostiene: “… es Eva, la tentadora, de quien debemos cuidarnos en toda mujer...
No alcanzo a ver qué utilidad puede servir la mujer para el hombre, si se
excluye la función de concebir niños." Huelga cualquier comentario y te lo
refuerzo con este otro: “Las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en
forma alguna. De hecho, deberían ser segregadas, ya que son causa de insidiosas
e involuntarias erecciones en los santos varones". Estas ideas cruzaban
por la mente no sólo de sacerdotes y monjes sino de otros estamentos de la
sociedad medieval con mayor o menor adhesión. Es decir para un sistema
gobernado por estas creencias rebozadas con el pan de la religión, era muy
fácil que se tornaran verdades indiscutibles. Lo que hay detrás de esta
concepción denigratoria de la mujer es miedo. No hay que educarlas, hay que
separarlas, hay que cuidarse de ellas porque llevan en sí el mal y pueden
pervertir a los hombres. Eso es miedo, y
cuando el poder siente miedo suele protegerse de manera muy cruel.
Lentamente y a medida que avanza la Edad
Media esta virulencia se va atenuando, incluso en la misma iglesia con el nuevo
lugar que se le da en el dogma a María, la madre de Jesús. La devoción mariana
(alrededor del siglo IX) convierte a la mujer en abnegada servidora del
varón, en la “santa” de la casa puertas
adentro.También la literatura caballeresca erige un ideal de dama (en la clase
noble) que va a ser la depositaria del amor del trovador o del caballero y
tendrá virtudes inigualables; pero todo esto, claro está, es meramente
literario o un juego cortesano, la realidad social de la mujer era bien
diferente de este modelo. Sólo las mujeres de la alta nobleza tenían el
privilegio de la educación que consistía básicamente en la alfabetización,
textos sagrados, música y algo de normas sociales y tareas del hogar. Hasta
allí nada más, cuanto más lejos de la cultura y del saber escrito estuviera la
mujer más virtuosa la consideraban.
Pero siempre hay excepciones. La historia ha
conservado algunos nombres que atravesaron la férrea malla de machismo
medieval. Una de ellas es Dhuoda de Gascuña, duquesa en la corte de Carlomagno,
propietaria de grandes extensiones de campo que ella misma dirigía y
administraba gracias a una sólida educación. No conforme con esto escribió en
latín, para su hijo Guillermo, el primer manual pedagógico del Medioevo, el “LiberManualis”, del que te dejo unas
líneas. “Tu Dhuoda te ayudará siempre, hijo, y si te faltare algún día, lo que
sucederá, tendrás este pequeño libro de moral, como imagen en un espejo, para
que puedas verme siempre al leer con los ojos de la mente y del cuerpo, e
intercediendo junto a Dios; y para encontrar en plenitud lo que de mí debas
obtener”.
Brillante entrada, Néstor. La Edad Media con sus claroscuros, lo mágico y lo racional conviviendo juntos, lo épico y lo terrible a cada paso. Abrazo.
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