PROVINCIANOS

¿Qué es eso que llamamos literatura? Menuda pregunta sobre la que se han escrito y se escriben verdaderas bibliotecas. Quiero quedarme con uno de los múltiples conceptos asociados a esta palabra. La literatura es una construcción, pero no al modo que alguien construye una casa; sino una construcción metafórica, cultural; atravesada por una tradición--institucional o no-- y la época que nos toca vivir con los valores que hacen "literaria" a una obra.

Y como toda metáfora, lo esencial de esta construcción está no en la metáfora misma sino en la tensión, en el arco de flecha que une los términos constituyentes de la metáfora.

En fin, todo esto para decir que cualquier clasificación literaria, tipo literatura feminista, africana, barroca, etc., es una construcción posterior a las obras mismas. Llevado al extremo esta línea de pensamiento podríamos asegurar que hay textos (novelas, cuentos, poemas, comedias, memorias, diarios, etc.); pero podríamos preguntarnos si existe eso que llamamos "literatura" con todos sus agregados por ejemplo el de "argentina".

Las cuestiones se hacen más arduas, darán para otras columnas y quiero frenar acá antes que la estampida lectora deje huérfano y sordo a este redactor.

Lo que me interesa por el momento destacar aquí, es que dentro de esa construcción que llamamos "literatura argentina", muchos de sus grandes nombres son provincianos, del "interior", término que supone que hay un paradójico exterior argentino y que señala cierta concepción dualista de país desencontrado de sí mismo.

Sanjuanino es Sarmiento quien escribe uno de los textos esenciales de la literatura argentina, el "Facundo", en Chile durante su exilio. Leopoldo Lugones, autor del "Lunario sentimental", una de las figuras centrales de la institución literaria llega de la aún hoy colonial Villa María del Río Seco, en Córdoba.
Alfonsina Storni, la poeta del mar, viene de San Juan, pero su viaje empezó mucho antes en la lejana Suiza.

El hoy mítico poeta Juan L. Ortiz pasó toda su vida en Gualeguay, Entre Ríos, junto al Paraná, eso hizo que su gloria literaria tardara bastante en llegar. Nacido en esa provincia era el poeta Carlos Mastronardi, creador de una obra poética breve pero de intensa calidad. De esta misma región llegó a la metrópoli, Alberto Gerchunoff, el autor de "Los gauchos judíos".

En la década del '60 aparecen una serie de narradores que van a renovar la forma de contar en Argentina. La mayoría son de las provincias, algunos muy cercanos a Buenos Aires, pero se reivindican como provincianos. De Mar del Plata, pero en un periplo que lo llevará por San Luis y el Alto Valle, periplos que llenarán su narrativa de personajes que van siempre de viaje, está Osvaldo Soriano.

De Yala, un pequeño poblado perdido en la montaña jujeña, surge Héctor Tizón, que luego de una vuelta por el exilio latinoamericano y europeo, sigue viviendo allí para contar como nadie el decir del hombre del noroeste. Antonio Di Benedetto trae su silencio y la precisión cirujana de su prosa desde Mendoza.
Manuel Puig viene de Coronel Villegas, lugar al que retrató con una crueldad y una maestría inédita.

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