ORGAMBIDE

Las historias de la literatura se definen por las omisiones, por lo que ocultan. Esto tiene más peso que la explícita mención de las obras y autores. En ese lugar del silencio, de lo oculto se juegan toda una serie de tensiones que tienen que ver con la vida misma en cualquier campo. Lo ideológico, el poder, las instituciones, las amistades, los sitios de publicación e innumerables variables más.

Los ejemplos abundan, pero quiero quedarme con el de Pedro Orgambide. Este porteño desaparecido hace poco era, quizás el último representante de la bohemia periodística ya disminuida aunque aún importante, de los años 50.

Orgambide fue un animal de escritura, literalmente un escriba, como el título de una de sus novelas más logradas, ésa que habla de Arlt y el mundo periodístico de la década del 20 que tanto lo atraía. Sin embargo, apenas ha sido conocido por el gran público, apenas ha sido estudiado por las universidades, apenas mencionado por las revistas especializadas, apenas un lugar tangencial cuando se nombran figuras importantes en el presente literario argentino.

Se ganó desde siempre la vida con la escritura, un creador compulsivo que publicaba tres libros por año. En ellos siempre la ficción está atravesada por las contradicciones de la realidad, por lo político, por lo poético. Es que Orgambide pertenece a una generación en la que lo político era un tema central en la vida y en la ficción; y la palabra puesta sobre un papel una manera de ajustar cuentas con el mundo para hacerlo más justo.

Abarcó todos los géneros: poesía, teatro, novela, cuento, periodismo cultural, biografías, estudios académicos y hasta se dio el lujo de hacer una enciclopedia de la literatura argentina.

Porteño de pura cepa, dueño de una fina ironía que se trasluce en sus libros. La ficción de Orgambide tiene este cruce de géneros que la hacen muy particular. Lo poético sobrevuela en su estilo y quizás el mayor defecto de su obra sea cierta reiteración y endeblez en la construcción, en la estructura.

Quiero referirme a una época que Orgambide recuerda en ua autobiografía excelente titulada "Todos teníamos veinte años". Allí rememora el tiempo pasado en Neuquén, en la casa de su amigo y compañero de escuela, Roberto Chevallier que en ese momento cursaba sus estudios de medicina.

El joven Orgambide trabajó en la cosecha en un galpón, y conoció al capataz Cayupí, un mapuche. Ese encuentro está relatado en su libro "Yo, argentino". Durante el viaje en tren que lo traía al sur conversó con un inmigrante italiano que vivía en Villa Regina, comparte la comida y sus vivencias; sin saber que muchas décadas después pasaría a ser un personaje de una de las mejores novelas de tema histórico de la literatura argentina: "Hacer la América".

En una chacra del Alto Valle, Orgambide escribió muchos años después, la primera biografía importante sobre Horacio Quiroga. Y pensando en la gente y el paisaje del sur y en su amigo Roberto surgió la novela "El páramo".

Su última novela sobre Gardel salió meses después de su partida, sus palabras siguen sonando.

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