MÚSICA Y POESÍA
Están hermanadas desde el origen mismo de los tiempos, la melodía, el ritmo y la armonía entrelazados a la palabra. Palabra que también en sus impensadas combinaciones se transforma en música.
Tan acostumbrados estamos a leer poesías o escuchar música que nos parece impensable el tiempo en que no las hubo. Hablamos hoy de poesía lírica, de lirismo o de canto lírico sin saber que estas palabras tuvieron un origen bastante preciso. Hay que descorrer el velo de lo siglos, descender hacia la aurora de una civilización, la griega, para encontrar los primeros pasos de la palabra hecha poema y arrancar de ese suelo agreste las primeras semillas de sonidos germinadas en música.
Para los griegos, la poesía lírica era aquella acompañada por música ejecutada en una lira (instrumento de cuerdas que se tocaba con ambas manos). Desde tiempos inmemoriales este pueblo había manifestado una gran afición por la música, y fue en la región de Jonia y gracias a los contactos con Oriente, donde comenzó el perfeccionamiento de los instrumentos musicales.
Se hizo popular entre los griegos acompañar las palabras con la cítara, la gran flauta frigia y la pequeña flauta de Lidia. Dice la tradición que fue Terpandro de Lesbos quien revolucionó la música al inventar una escala regular para la lira de siete cuerdas. Con esto posibilitó la composición musical y favoreció el desarrollo de la poesía lírica.
De aquellos poemas se conservan poquísimos fragmentos, pedacitos de vidrio que nos permiten imaginar la majestuosidad del vitraux ausente, aun así, algo es algo; pero lamentablemente no se conserva la más mínima nota de la música griega que acompañaba a esos poemas y que nos veda tener una idea mas certera sobre esa composición mixta de palabra y melodía.
De acuerdo con el modo de ejecución la lírica podía ser monódica—cantada por una sola persona—o coral. En el siglo VII a. C. predomina la lírica monódica. Las primeras composiciones de este tipo de lírica se denominaron elegías y al parecer deben su nombre al hecho de estar acompañadas por la música de la flauta. Las primeras elegías eran cantos fúnebres, luego derivaron hacia temas guerreros, amorosos, políticos, etc. En general se cantaban en celebraciones populares.
El primer lírico del que tenemos algunos fragmentos es Calino de Éfeso (hacia el 650 a.C.), en ellos exhorta a los jóvenes a combatir por su patria: “¿Hasta cuándo estarán recostados? Jóvenes, ¿cuándo/ tendrán un pecho valiente? De tanto abandono/¿no sienten vergüenza ante sus vecinos? ¿Confiaban/ en que es tiempo de paz cuando ya la guerra arrebata a todo el país?...”
Mimnermo de Colofón (hacia el 630 a.C.) debe su fama a las elegías sobre el fluir del tiempo, el amor y los goces de la vida, muchos lo consideran el padre de la poesía amorosa en Occidente. Aquí un fragmento sobre la iniquidad de la vejez: “...Morirme quisiera cuando no importen ya más/ los amores ocultos, los dulces obsequios, la cama,/ cuanto de amable tiene la flor de la edad/ para hombre y mujer...”
Tan acostumbrados estamos a leer poesías o escuchar música que nos parece impensable el tiempo en que no las hubo. Hablamos hoy de poesía lírica, de lirismo o de canto lírico sin saber que estas palabras tuvieron un origen bastante preciso. Hay que descorrer el velo de lo siglos, descender hacia la aurora de una civilización, la griega, para encontrar los primeros pasos de la palabra hecha poema y arrancar de ese suelo agreste las primeras semillas de sonidos germinadas en música.
Para los griegos, la poesía lírica era aquella acompañada por música ejecutada en una lira (instrumento de cuerdas que se tocaba con ambas manos). Desde tiempos inmemoriales este pueblo había manifestado una gran afición por la música, y fue en la región de Jonia y gracias a los contactos con Oriente, donde comenzó el perfeccionamiento de los instrumentos musicales.
Se hizo popular entre los griegos acompañar las palabras con la cítara, la gran flauta frigia y la pequeña flauta de Lidia. Dice la tradición que fue Terpandro de Lesbos quien revolucionó la música al inventar una escala regular para la lira de siete cuerdas. Con esto posibilitó la composición musical y favoreció el desarrollo de la poesía lírica.
De aquellos poemas se conservan poquísimos fragmentos, pedacitos de vidrio que nos permiten imaginar la majestuosidad del vitraux ausente, aun así, algo es algo; pero lamentablemente no se conserva la más mínima nota de la música griega que acompañaba a esos poemas y que nos veda tener una idea mas certera sobre esa composición mixta de palabra y melodía.
De acuerdo con el modo de ejecución la lírica podía ser monódica—cantada por una sola persona—o coral. En el siglo VII a. C. predomina la lírica monódica. Las primeras composiciones de este tipo de lírica se denominaron elegías y al parecer deben su nombre al hecho de estar acompañadas por la música de la flauta. Las primeras elegías eran cantos fúnebres, luego derivaron hacia temas guerreros, amorosos, políticos, etc. En general se cantaban en celebraciones populares.
El primer lírico del que tenemos algunos fragmentos es Calino de Éfeso (hacia el 650 a.C.), en ellos exhorta a los jóvenes a combatir por su patria: “¿Hasta cuándo estarán recostados? Jóvenes, ¿cuándo/ tendrán un pecho valiente? De tanto abandono/¿no sienten vergüenza ante sus vecinos? ¿Confiaban/ en que es tiempo de paz cuando ya la guerra arrebata a todo el país?...”
Mimnermo de Colofón (hacia el 630 a.C.) debe su fama a las elegías sobre el fluir del tiempo, el amor y los goces de la vida, muchos lo consideran el padre de la poesía amorosa en Occidente. Aquí un fragmento sobre la iniquidad de la vejez: “...Morirme quisiera cuando no importen ya más/ los amores ocultos, los dulces obsequios, la cama,/ cuanto de amable tiene la flor de la edad/ para hombre y mujer...”
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