CÓDIGOS

¿Qué es un código? La pregunta tiene múltiples respuestas según el tema, la disciplina, la situación en la que focalicemos nuestra atención. Básicamente podemos decir que un código es un conjunto de normas, de leyes que regulan y sistematizan un determinado ámbito del saber y también del hacer. Así tenemos en derecho, los códigos penal, civil, comercial; en genética el código genético; hasta tenemos un código postal que ahora se ha tornado mucho más complejo con el agregado de letras o el código de barras.

Además la palabra código se aplica en algunos ambientes a conductas, pactos, costumbres no escritas que se deben respetar porque de lo contrario implican un castigo (no legal) para aquella persona que los transgredió. Así escuchamos que “hay que respetar los códigos del vestuario” en el círculo futbolístico; o “es una persona que no tiene códigos” en el ámbito político. El uso se extiende a cualquier espacio laboral y tiene sus ventajas y desventajas. Estas últimas tienen que ver con que no siempre todos saben las reglas o su alcance.

Esta lengua con la que hablamos y escribimos sería impensable sin un código, sin un sistema de reglas que regulen el uso de los signos. Es lo que llamamos el código lingüístico. Este código nos permite en español, por ejemplo colocar el sujeto en cualquier lugar de la oración, cosa imposible en el código que regula la lengua francesa o inglesa.

El código lingüístico tiene subcódigos con leyes particulares, así tenemos el código hablado u oral y el código escrito. Sobre este último centraremos nuestra atención.

La escritura es social, hace que millones de hablantes de español en el mundo podamos comunicarnos más allá de las diferencias léxicas; en cierta medida la escritura es un dique que trata de frenar el constante proceso de diferenciación que sufre la lengua en los distintos países, regiones, y en los diferentes estratos sociales.

El dominio eficiente de la escritura garantiza en cierta medida poder expresar todo nuestro mundo vital, lo que nos rodea, lo que nos acontece y lo que habita en nuestra interioridad.

La escuela desde siempre ha pugnado por la enseñanza del código escrito, fundamentalmente porque su dominio también es una vía de acceso a diferentes oportunidades que brinda la sociedad, como el trabajo, por ejemplo. Una solicitud de empleo con errores de ortografía o disparates sintácticos es un vallado que seguramente nos impedirá lograr lo que pretendemos.
Esta tarea compleja de la escuela se ve hoy “amenazada”, para muchos docentes y padres, por el uso que hacen de la escritura los/as jóvenes en relación a las nuevas tecnologías, específicamente el chat y el mensaje de texto.

Es cierto, estos soportes tecnológicos usan códigos que se apartan del código escrito general, y los chicos/as los usan no porque sean un atentado a la escritura establecida o un signo de rebeldía adolescente, los usan porque son eficientes y logran su cometido de velocidad y comunicación. Son otros subcódigos que la escuela debe reconocer, no para enseñarlos sino para crear conciencia del contexto específico donde deben utilizarse.

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