MÁS PORTAZOS
Hablábamos hace unos días de la extrañeza de ciertos gestos radicales de algunos escritores, el gesto de decir basta, el de dejar definitivamente el mundo de la escritura creativa; ese mundo que uno imagina como una fortaleza que muchos quieren conquistar y una vez lograda la conquista, pocos se resignan a dejarla.
Sin embargo, hay escritores que han llegado a la cima de la fortaleza y un día se van, deciden salir ya sea en forma silenciosa, casi de puntillas, o bien dando un soberano portazo.
"Lo que pasa es que se me murió el tío Celerino que era el que me contaba las historias". Esta ingeniosa justificación para decirle adiós a la escritura corresponde al mexicano Juan Rulfo. Autor de una colección de cuentos titulada "El llano en llamas" y de una novela "Pedro Páramo", ambas de mediados de la década del 50; desde ese momento y a pesar de su fama internacional, Rulfo no volvió a publicar hasta su muerte. Para despistar a veces decía que estaba escribiendo una novela que se titularía "la cordillera", pero nada se ha sabido de ella, y muchos conjeturan que tal novela jamás existió.
Lo curioso es que Rulfo seguía frecuentando el mundo de las letras, ya que era amigo de innumerables escritores, además asistía a congresos, simposios, charlas; su gesto era una lenta despedida. Alguna vez--y ahora en serio--expresó que ya no escribía más "porque lo que me duele ya me duele demasiado". Se llevó su dolor y su secreto a cuestas.
Otro caso emblemático es el de Jerome David Salinger, escritor estadounidense y autor de sólo cuatro libros, uno de ellos de fama mundial titulado "El guardián entre el centeno", publicado en 1951. Su último libro data de 1963, desde ese momento Salinger es sólo un misterio, porque además de su silencio literario lo que se conoce de él es muy poco: graduado en una academia militar, asistió brevemente a dos universidades y nada más. Llama la atención su casi absoluta invisibilidad, pocos saben dónde está, dónde vive, cómo es su rostro hoy, ya que las contadas fotos que se conservan son de varias décadas atrás.
Algunos especulan que ya ha muerto, otros que hay noticias que pronto saldrá una nueva obra, otros publican libros en los que relatan sus encuentros o desencuentros con el escritor. Lo último que se sabe es por sus demandas judiciales para impedir publicaciones de personas allegadas a él, una de ellas escrita por una amante y la otra por su hija. Eso es todo.
El gesto final de Tolstoi conmueve, el escritor más renombrado del mundo en ese momento renunció a escribir, porque dijo que la literatura era la responsable de su derrota moral. Una noche dejó inconclusa una frase en su diario en el que escribía desde hacía más de sesenta años (" Haz lo que debes, pas...)", lo cerró y se fue para siempre de su casa; así con ese doble gesto se fue de la literatura y de la vida.

Juan Rulfo. Salinger en una de las contadas fotos que se tiene de su vejez.

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