SER NADIE
Se puede tener talento para un oficio, puede uno destacarse en esa tarea, ser reconocido por todos, puede uno situarse en el mundo gracias a ese oficio para el que se está naturalmente predispuesto. Claro, tener el talento, lograr la aprobación del resto en el ejercicio de una determinada labor no es tarea fácil, y a algunos se nos va la vida en el intento.

¿Qué ocurre cuando un hombre tiene todo eso y emplea la mayor parte de su vida en negar la literatura, en postergarla de tal manera para que en la dilación, el hombre, el escritor se vaya diluyendo hasta esfumarse por completo, hasta ser nadie?

Ése fue el propósito que animó la vida del suizo Robert Walser: desescribir lo escrito; propósito imposible que lo llevó a internarse en un hospicio en 1929. Durante 28 años de internación, interrumpidos por su muerte, Walser escribirá extraños galimatías en restos de papeles y tratará por todos los medios de que lo olviden.

Antes de su ingreso al manicomio de Waldau, Walser desempeñó diversos oficios: empleado en una librería, luego en un banco, obrero de una fábrica de máquinas de coser, y finalmente mayordomo en un castillo suizo. En sus ratos libres, el joven Walser ejercita sus dos pasiones, escribir y caminar. En esta época publica tres pequeñas obras a las que debe su fama,"Los hermanos Tanner", "El dependiente" y "Jakob Von Gunten". Son libros en general inacabados, que relatan de una manera nueva la impersonalidad del mundo, y en eso Walser es un claro precursor de Kafka.

Y como el autor de “La metamorfosis”, Walser escribió mucho sobre sí mismo, pero esa escritura está al servicio de la extinción de sí, al servicio de un sueño irrealizable, poder borrarse a sí mismo como si fuera una caricatura animada.
Gracias a sus obras, comienza a ser solicitado por diarios y revistas que piden la colaboración de su pluma, el resultado: surmenage intelectual. Se vuelca de lleno a su otra pasión, el caminar, camina día y noche, va de Berna a Ginebra en el día, anda y anda y decide que no tiene nada más por decir, renuncia para siempre a su otra devoción, la escritura. Entonces ingresa al manicomio.

Lo que se conoce de esta etapa se debe a su amigo Carl Seelig que lo visitó hasta la desaparición de Walser. En el hospicio realizaba tareas de limpieza, armaba bolsas de papel y en los ratos de ocio, caminaba.
Vila-Matas en su raro libro "Bartleby y compañía" dice: "Toda la obra de Walser, incluido el silencio de 28 años, comenta la vanidad de toda empresa, la vanidad de la vida misma. Tal vez por eso sólo deseaba ser un cero a la izquierda. Alguien ha dicho que Walser es como un corredor de fondo, que a punto de alcanzar la meta codiciada, se detiene sorprendido y mira a maestros y condiscípulos y abandona..."

Robert Walser permaneció fiel a su pasión andante, murió mientras caminaba por un paisaje nevado, el 25 de diciembre de 1956.

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