PORTAZOS
Siempre me han llamado la atención aquellos escritores que un día deciden colgar el lápiz y dejar el oficio, los que renuncian, los que instalados en la morada de la creación literaria un día la abandonan, unos saliendo en puntillas, otros dando un portazo, los nómadas, los renunciantes, los divorciados.
Esta perplejidad proviene, creo, de un prejuicio, creer que los creadores estéticos están comprometidos de por vida con el campo de su creación, prejuicio de considerarlos diferentes a una secretaria, un oficinista, una profesora o un chofer profesional.
Más allá del prurito, me siguen dejando perplejo. Si la escritura era un hecho esencial en sus vidas ¿ por qué dejaron de hacerlo? ¿acaso por una conciencia artística demasiado rigurosa? ¿ o porque se quedaron sin nada más para decir? ¿ En algún momento no los cercó la tentación de volver al oficio? o ¿cómo resistieron las presiones para retomar la escritura de colegas, público, mercado editorial? Ante la pregunta temida por todos estos escritores: "¿qué está escribiendo ahora? "; ¿qué estrategias usaron para acallarla, para no ceder?
El primer caso es el de un clásico: Shakespeare. Su primer gesto de retiro fue dejar Londres y todo ese ambiente en el que gozaba de fama. "La tempestad", su última obra, fue concluida ya en su pueblo natal, Stratford. Es allí, en esa pequeña aldea, donde el mayor dramaturgo de las letras inglesas vive sus últimos años como un simple poblador más, entre gente que lo conocía desde su infancia, lejos de la gloria y la literatura.
Quizás la renuncia más impactante sea la de Rimbaud, el autor de "Una temporada en el infierno". A los 19 años ya había revolucionado el panorama de la poesía moderna y era el niño terrible de la literatura. Un día decide abandonar todo, cerrar para siempre su gabinete de escritor y salir a la aventura del mundo. En uno de sus últimos borradores puede leerse: "Ahora puedo decir que el arte es una tontería".
¿Algo similar habrá pensado el caso más enigmático de las letras argentinas? Enrique Banchs, el poeta autor de "La urna", un libro intemporal, único y casi perfecto de la poesía argentina. Además de "La urna", Banchs había publicado dos libros anteriores que ya le habían dado fama de gran poeta de su generación. Después de esa fecha, 1911, Banchs enmudece, y salvo algún poema suelto no escribió más, tenía sólo 26 años. Borges intentando explicar este silencio conjeturó que " tal vez su propia destreza le hace desdeñar la literatura como un juego demasiado fácil".
Juan Ramón Jiménez, el gran lírico español, una vez muerta su mujer Zenobia, decide no escribir más; el hombre que había hecho de su vida un sacerdocio de la poesía termina en el silencio absoluto, como si después de la muerte de su esposa, ya no hubiera poesía en el mundo. Solo y en silencio enfrentó su propia muerte, despojado hasta de las palabras que lo arroparon a lo largo de su existencia.

Casa de Shakespeare en Stratford. Rimbaud a los 18 años.

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