Y EN EL PRINCIPIO...LA POESÍA.
"Canta, oh Diosa, la cólera funesta de Aquiles, hijo de Peleo..." Con estos versos se inicia el primer poema de la antigüedad que ha llegado hasta nosotros, la "Ilíada" es una vasta obra en verso que habla de la guerra, de sus crueldades, de las pasiones humanas, de las bajezas y grandezas de los hombres. Atribuida a un poeta ciego llamado Homero, quien no la inventó, ya que para la mayoría esta obra es la unión de fragmentos de diferentes historias tradicionales, que el poeta ordenó y dio coherencia hace quizás unos 3000 años.

A Homero se le atribuye también otro gran monumento poético "La Odisea", el poema que narra las peripecias de Ulises, también llamado Odiseo, en el retorno a su tierra, viaje que durará diez fatigosos años, y en el que están incluidos muchos cuentos y leyendas de los pueblos del mediterráneo y de los griegos de tierra adentro.

¡Qué misterio el del arte! En todo este tiempo se han erigido y derrumbado poderosos imperios, han caído reyes cuyo poder era casi infinito, se han levantado obras ciclópeas de las que apenas quedan noticias, orgullosas ciudades se han deshojado como un jardín marchito, todo eso y más...y sin embargo los poemas homéricos, humilditos ellos, permanecen como un viento que nos trae los aromas del pasado que nos cuesta imaginar de tan lejano.

Estos poemas fueron orales durante siglos, se los recitaba ante el pueblo, los nobles, los reyes, en varias jornadas debido a la extensión de los mismos. Estos poetas, especie de cantores populares eran los rapsodas, quienes dominaban determinadas técnicas para poder relatar y recordar durante varios días más de diez mil versos.

Algunos versos son memorables: "Como las generaciones de las hojas, así las de los hombres", un guerrero que venía enojado y dispuesto a matar, marcha según Homero "semejante a la noche", las citas pueden ser numerosas. La poesía oral se modifica, circula, llega a todas partes y se torna una necesidad para la vida de los pueblos.

En los banquetes griegos, después de saciar el hambre y escanciar el vino aguado (en Grecia no se tomaba puro) se relataban historias satíricas, contrapuntos entre uno y otro comensal, comparaciones, adivinanzas y unas minúsculas historias de animales puestas en verso, historias que hablaban de zorros astutos y leones feroces, de víboras traicioneras y de monos ridículos; sí, eran las fábulas que también nacieron orales y fueron aprendidas y usadas por todos.

Tan habituados estamos a la letra impresa, a la lectura de poemas que nos resulta difícil imaginar un mundo donde no la hubo, salvo siglos después. Cuesta pensar que hubo unos hombres solitarios, seguramente de exiguo equipaje, yendo y viniendo por toda Grecia, de aldea en aldea, de ciudad en ciudad, con la sola fortuna de miles de versos brincando en la memoria. Versos que contaban hazañas singulares, epopeyas y cuando salían dejaban al labriego, al comerciante, al rey transformados, diferentes, aunque sea por el tiempo que durara el raro encantamiento de las palabras.

Ingres: "La apoteosis de Homero".(periodo Neoclásico).

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