CAMINANDO III
En esto de andar “corriendo mundo” como quería el pícaro del " Guzmán de Alfarache" , mochila al hombro y unos cuantos años menos y unas cuantas fuerzas más, recuerdo mi encuentro con Ramón, allá en el noroeste argentino, entre cactus, piedras y polvo. Sabido es mi preferencia por las aldeas, los pueblitos que aparentemente duermen mientras pasa la vertiginosidad del siglo por sus costados. Caminaba por una pequeña senda de montaña que me dejaría, luego de cruzar un cerro y vadear un pequeño arroyo en el pueblo siguiente. En una encrucijada de caminos, me senté a esperar que los dioses se apiadaran de mis pies y del calor y alguien me llevara. Estaba leyendo a la sombra de un cactus gigante, “Sota de bastos, caballo de espadas” , esa estupenda novela de Tizón que se desarrolla por estos lares, cuando divisé en lontananza una especie de torbellino de arena que se acercaba. Me incorporé e hice la seña característica; pero a medida que se aproximaba el auto mi cara se iba...